Vinculan la contaminación al rechazo de órganos en pacientes con trasplante de pulmón

Actualizado: martes, 29 septiembre 2015 12:20

   MADRID, 29 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Un equipo de investigadores muestra que los pacientes de trasplante de pulmón en Europa que viven en o cerca de las carreteras más transitadas con altos niveles de contaminación del aire son más propensos a morir o experimentar el rechazo crónico de órganos que los que viven en zonas menos contaminadas.

   Uno de los autores del trabajo, David Ruttens, de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, explica que el riesgo de morir se incrementó un 10 por ciento en los pacientes con domicilio en una zona donde la contaminación del aire estaba por encima de los niveles máximos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) frente a los que viven en zonas con niveles más bajos de contaminación.

   Sin embargo, este incremento del riesgo no se observó en los pacientes con trasplante de pulmón que estaban tomando una clase de antibióticos llamados macrólidos, que incluyen azitromicina y claritromicina, según los resultados del estudio que se presentan este martes en el Congreso Internacional de la Sociedad Europea del Aparato Respiratorio.

   La OMS estima que 3,7 millones de personas en todo el mundo mueren prematuramente cada año como resultado de la exposición a pequeñas partículas de entre 2,5 a 10 micrómetros de diámetro (conocidas como PM10). Diez micrómetros es menor que el ancho de un cabello humano y las partículas PM10 suelen ser partículas de polvo desencadenado por los vehículos en las carreteras y algunas operaciones de rectificado. La OMS recomienda que las partículas PM10 no deben superar los 20 microgramos por metro cúbico en la atmósfera.

   "A corto y largo plazo, la exposición a la contaminación del aire se ha relacionado con un aumento en las muertes por enfermedades respiratorias, sobre todo entre las poblaciones vulnerables. Los pacientes de trasplante de pulmón se encuentran entre los más vulnerables porque tienen debilitado el sistema inmunológico debido a los fármacos inmunosupresores. que han de tomar para prevenir el rechazo de órganos", señala Ruttens.

   Alrededor del 50 por ciento de los pacientes con trasplante de pulmón sobrevive durante cinco años o más después de su operación; una tasa que es menor que para otros trasplantes de órganos y se debe a una mayor incidencia del rechazo crónico de órganos. Los médicos han sospechado desde hace tiempo que esto podría deberse a la contaminación del aire, pero, hasta ahora, no ha habido ninguna confirmación de que fuera así.

   Ruttens y un equipo de investigadores europeos liderados por el profesor Bart Vanaudenaerde, también de la Universidad de Lovaina, recogieron datos sobre 5.707 pacientes trasplantados de pulmón por 13 grandes centros de trasplante de pulmón en diez países europeos entre 1987 y 2012, incluyendo datos de seguimiento en 2013.

   Los autores calcularon la exposición de los pacientes a partículas PM10 en sus casas y recopilaron información sobre la densidad de las carreteras en torno a sus domicilios, así como información sobre la fecha y el tipo de trasplante pulmonar, la edad, el sexo, enfermedad de base, el nivel socioeconómico, el consumo de tabaco antes del trasplante y si los pacientes estaban tomando macrólidos después del trasplante.

   Con el fin de estandarizar la información sobre la densidad de las carreteras y la contaminación del aire de toda Europa, los investigadores colaboraron con un consorcio de expertos del medio ambiente (ESCAPE) para cuantificar las concentraciones medias anuales de partículas PM10, la distancia desde el domicilio del paciente a las principales carreteras más cercanas y la cantidad de carreteras largas en un radio de 50, 100, 200, 500 y 1.000 metros de los domicilios (conocidas como zonas de amortiguamiento).

   Durante un promedio de 5,6 años de seguimiento, 2.577 pacientes (un 45,2 por ciento) fallecieron y 2.688 (47,1 por ciento) desarrollaron rechazo de órganos crónico. Un total de 3.511 pacientes (62,2 por ciento) tomó macrólidos en algún momento de su tratamiento y 2.149 pacientes (37,7 por ciento), no.

   El rechazo crónico de órganos se detectó en un 61,5 por ciento de los pacientes del grupo que tomaba macrólidos y un 38,5 por ciento de los pacientes que no los tomaban. "Los macrólidos, como la azitromicina, tienden a darse sólo cuando se produce rechazo de órganos o inflamación --explica Ruttens--. Como murieron menos pacientes que tomaban macrólidos, esto sugiere que los medicamentos están funcionando y protegiendo contra otras complicaciones y la muerte", añade.

   Un total de 640 pacientes (29,8 por ciento) murieron en el grupo de los que tomaban macrólidos y 1.937 (54,5 por ciento) fallecieron en el grupo sin macrólidos. Los investigadores encontraron una relación entre la longitud de la carretera en la zona alrededor de las casas de los pacientes y el rechazo crónico en el grupo de pacientes que no tomaban los macrólidos.

   En las zonas de amortiguamiento de 200, 500 y 1.000 metros, hubo un aumento desde 11 hasta 13 por ciento en el riesgo de rechazo del órgano por cada 100 metros más en la longitud a la carretera. Un incremento similar en el riesgo de muerte se observó en las zonas de amortiguamiento de 100, 200 y 500 metros, pero no se observó ninguna de estas asociaciones en el grupo de pacientes que estaban tomando macrólidos.

   "Nuestros resultados muestran que las muertes y el rechazo crónico en pacientes con trasplante de pulmón están relacionados con la contaminación del aire y la exposición al tráfico. Reducir los niveles de contaminación del aire en Europa podría mejorar significativamente las posibilidades de supervivencia de estos pacientes y disminuir el riesgo de rechazo del órgano", subraya el investigador.

   "Por ejemplo, si los niveles de contaminación del aire se redujeran por debajo del máximo recomendado por la OMS, habría una reducción del 9,9 por ciento en las muertes entre los pacientes de trasplante de pulmón que no tomaban macrólidos y un 6,4 por ciento de reducción entre todos los pacientes, independientemente de si tomaban o no macrólidos", añade.

   "El uso de macrólidos, como azitromicina o claritromicina, parece proteger a los pacientes contra los efectos devastadores de la contaminación del aire", resume. Según los investigadores, esta investigación es "única", ya que es la primera vez que centros de trasplante de pulmón en toda Europa colaboran para investigar los factores que intervienen en las muertes y el rechazo de órganos en pacientes.