Más del 90% de los enfermos de Alzheimer sufren alteraciones de conducta, según expertos

Actualizado: lunes, 16 noviembre 2009 18:24

Al menos el 70% de los cuidadores entrevistados manifiesta tener ansiedad, insomnio y estrés.

MADRID, 16 Nov. (EUROPA PRESS) -

Más del 90 por ciento de los enfermos de Alzheimer tienen al menos un trastorno de la conducta, y, durante el primer año tras ser diagnósticados, al menos un 70 por ciento sufre agitación e irritabilidad, según expertos presentes en e VI Seminario Lundbeck sobre Trastornos de la Conducta en Alzheimer, organizado recientemente en Barcelona.

Los síntomas conductuales aparecen desde el principio de la enfermedad de Alzheimer, y suelen ser apatía, irritabilidad, depresión y agitación. En algunas fases de la enfermedad, sobre todo en las más avanzadas, éstos pueden predominar sobre los síntomas cognitivos y tener un mayor impacto en la calidad de vida del enfermo y su entorno, sobre todo sobre su cuidador o de su familia.

Los expertos coinciden en que en la actualidad se sabe que un gran porcentaje de pacientes va a presentar alguno de estos síntomas en las distintas fases de la enfermedad y en que la intensidad de los mismos resulta un aspecto clave. Así, al comienzo de la patología los trastornos más comunes son los afectivos --apatía, irritabilidad, depresión, etc -- y en las fases más avanzadas pueden aparecen trastornos psicóticos --alucinaciones, delirios, cambios de personalidad, etc--.

Al respecto, el neurólogo del Hospital Clinic de Barcelona, el doctor José Luis Molinuevo, recordó que "los síntomas conductuales y psicológicos de las demencias no son "complicaciones" del proceso patológico sino manifestaciones propias como lo son los síntomas cognitivos". "En ese sentido, los trastornos de la conducta han sido siempre relevantes, aunque en la actualidad se les dan más importancia porque sabemos que son un factor pronóstico condicionante de la evolución de la enfermedad", añadió.

Por su parte, el neurólogo de la Fundación ACE, el doctor Pablo Martínez- Lage, "el comportamiento del enfermo es el factor desencadenante de la institucionalización, es decir el ingreso del paciente en una residencia, en mayor medida que los síntomas cognitivos o la pérdida de la capacidad funcional".

A la hora de abordar los trastornos de la conducta, los neurólogos coinciden en señalar que hay que hacerlo de manera escalonada y hay que decidir si se tratan o no los síntomas. "El primer abordaje debe ser no farmacológico, se debe intentar corregir los posibles desencadenantes de los síntomas y si éstos fallan se ha de decidir el tratamiento farmacológico", indicó.

"Contamos con fármacos que bien elegidos y utilizados a las dosis adecuadas pueden aliviar en gran medida estos síntomas sin dejar al enfermo sedado o drogado. El médico que diagnostica el Alzheimer ha de informar al paciente y a su familia y advertir que estos síntomas pueden aparecer y, en su mayor parte, se pueden tratar", indicó.

Para los expertos en la enfermedad de Alzheimer, "La situación ideal es que los enfermos con demencia sean atendidos por unidades especializadas con equipos multidisciplinares no sólo integrados por neurólogo-psiquiatra-geriatra sino también por enfermería, psicología, psicopedagogía y trabajo social. Siempre en estrecho contacto con la atención primaria. Eso es lo ideal".

LOS CUIDADORES RECHAZAN LA RESIDENCIA

Según la Encuesta de los Trastornos del Comportamiento en los Enfermos de Alzheimer, realizada por la Fundación Alzheimer España, la mayor parte de los cuidadores habituales señalaron los trastornos de la conducta como el problema que más les preocupa en la relación con su enfermo y que a su vez más les repercute en su propia salud. Más del 70 por ciento de los cuidadores entrevistados manifiesta tener ansiedad, insomnio y estrés.

Para el doctor Humberto Kessel, geriatra del Hospital Torrecárdenas de Almería los síntomas del comportamiento en la enfermedad de Alzheimer son muy disruptivos, es decir de aparición brusca, por lo que distorsiona el ritmo de la vida familiar. "Es muy frecuente que el cuidador del enfermo pase noches sin dormir, imposibilidad de control de los síntomas, falta de tiempo para poder llevar su propia vida y mucha frustración por considerar que nada de lo que se hace está bien o es suficiente", afirma.

Paradójicamente, más del 60 por ciento de los cuidadores rechaza llevarlos a una residencia. Para Kessel "es importante que la opinión pública sepa que una cosa es cuidar y otra cosa es asistir. El anciano debe estar en el sitio justo el tiempo justo. Es fundamental determinar de una manera profesional la necesidad de los cuidados en cada momento para decidir quién, cómo y dónde debe estar el enfermo".