Un marcador de cáncer de piel juega un papel crítico en el crecimiento del tumor

Investigadores En Un Laboratorio De Producción Celular
EUROPA PRESS/FUNDACIÓN PROGRESO Y SALUD
Actualizado: miércoles, 15 julio 2015 5:21

   MADRID, 15 Jul. (EUROPA PRESS) -

   Una nueva investigación de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos, sugiere que la proteína queratina 17 -cuya presencia se utiliza en el laboratorio para detectar y clasificar diversos tipos de cáncer-- no es sólo un biomarcador de la enfermedad, sino que puede jugar un papel crítico en el crecimiento del tumor.

   Esta nueva comprensión de cómo funciona la queratina 17, según los investigadores, podría llevar al desarrollo de mejores métodos para detectar y prevenir el cáncer e identificar nuevas dianas para el tratamiento terapéutico, como exponen en un artículo sobre su trabajo publicado este lunes en la revista 'Nature Genetics'.

   "La queratina 17 es un marcador sensible para varios tipos de cáncer y otras enfermedades agudas y crónicas que afectan a la piel, pero no se sabía si se trataba de un conductor de la enfermedad o simplemente un espectador inocente", explica el autor principal del estudio, Ryan P. Hobbs, del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Escuela Bloomberg.

   La queratina 17 se encuentra en los folículos pilosos sanos, uñas y glándulas, pero no en epidermis sanas, la capa más externa de la piel. Sin embargo, surge en los cánceres de piel de células basales y el cáncer de células más escamosas, y su aparición en estos escenarios precede a la aparición real de crecimiento del tumor.

   Otros investigadores han determinado que la cantidad de queratina 17 presente en otros tipos de tumores como en los de mama, cuello uterino, pulmón y páncreas puede indicar cómo de agresivo es y ayudar a determinar el pronóstico de un paciente. Hobbs y sus colegas dicen que la queratina 17 no causa el cáncer en sí, pero promueve una respuesta inflamatoria e inmune que puede permitir que la enfermedad se desarrolle de manera más agresiva.

   "La queratina 17 es como un pedal del acelerador -pone como ejemplo el autor principal del estudio, Pierre A. Coulombe, profesor y presidente del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Escuela Bloomberg--. Maneja un tipo específico de inflamación sostenida que ayuda al cáncer a convertirse en un cáncer".

   Los investigadores trabajaron con ratones modificados genéticamente para desarrollar cáncer de piel, en este caso, carcinoma de células escamosas inducidos por VPH-viral, basándose en la investigación previa de Coulombe en el carcinoma de células basales, la forma más común de cáncer de piel.

   Cuando examinaron estos modelos en ausencia completa de queratina 17, se retrasó significativamente la aparición de los tumores, lo que se correlaciona con una respuesta inflamatoria e inmune disminuida de manera relevante. Es importante destacar que los investigadores fueron capaces de repetir el experimento en células tumorales humanas con un resultado similar.

   Analizando tanto muestras de ratón como humanas, los científicos determinaron que queratina 17 puede moverse al núcleo de las células del tumor y causar específicamente inflamación que incentiva el tumor y la activación de genes de respuesta inmune. Hasta ahora, se creía que la queratina 17 funciona exclusivamente fuera del núcleo como un componente del citoesqueleto, que proporciona a una célula su forma y función.

   Los investigadores también descubrieron que una proteína llamada Aire (regulador autoinmune) interactúa con la queratina 17 en el núcleo de las células del tumor de piel. Esto representa otro hallazgo inesperado, ya que Aire es conocida por ser un jugador clave en el timo, donde es esencial para evitar que el sistema inmune del huésped se ataque a sí mismo. Cuando se elimina el gen Aire, también se retrasó la formación de tumores en la piel del ratón.

   Hobbs y Coulombe creen que la capacidad de retrasar la formación de tumores podría aportar el tiempo necesario para que el sistema inmune haga su trabajo y prevenga el crecimiento de tumores o para que los medicamentos contra el cáncer luchen contra los tumores.