Identifican variantes de un gen asociadas a una peor recuperación de un ictus isquémico

Israel Fernández, Jordi Jiménez Conde y Marina Mola-Caminal
HOSPITAL DEL MAR
Publicado: lunes, 19 noviembre 2018 10:42

BARCELONA, 19 Nov. (EUROPA PRESS) -

Un estudio coordinado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y médicos del Hospital del Mar de Barcelona han identificado unas variantes específicas en el gen PATJ que predisponen a una peor recuperación de un ictus isquémico.

Siete de cada diez pacientes con estas variantes sufren secuelas graves tres meses después del infarto cerebral, quedando en una situación de dependencia, ante menos de la mitad de los pacientes que no presentan estas variantes, ha informado este lunes el centro en un comunicado.

El trabajo, que se ha publicado en la revista 'Circulation Research', se ha realizado con datos de más de 2.000 pacientes y 12 centros internacionales y, según el coordinador del estudio, Jordi Jiménez Conde, es el primero que encuentra "resultados consistentes y que se replican en diferentes países".

El estudio ha analizado el grado de discapacidad al cabo de tres meses de más de 2.000 pacientes con ictus isquémico, que es el que se produce por la obstrucción de una arteria cerebral y representa el 88% del total, estudiando múltiples factores clínicos y sus datos genéticos, con más de 5 millones de variantes genéticas por individuo.

Jiménez Conde ha afirmado que el gen PATJ --implicado en las uniones celulares, con una presencia importante en el tejido nervioso-- muestra "diversas variantes que influyen de forma significativa en la recuperación de los pacientes".

La primera firmante del estudio, Marina Mola-Caminal, ha remarcado que se han identificado una serie de variantes genéticas relativamente comunes en la población, asociada a una peor recuperación del ictus al cabo de tres meses.

Este hecho abre la posibilidad a estudiar los mecanismos que utiliza este gen para influir sobre este proceso: "En un futuro, estas variantes se podrían utilizar como biomarcadores en el momento del ictus" para personalizar las estrategias de rehabilitación.

Jiménez Conde ha remarcado que también puede indicar una zona del genoma muy involucrada en procesos de neuroplasticidad y neuroregeneración, y "quizás, se se conocen bien las vías, se pueden desarrollar nuevos tratamientos que utilicen este gen como diana terapéutica y ayuden a mejorar el pronóstico de los pacientes".