Expresar las emociones y normalizar el duelo, consejos ante la pérdida de un ser querido

Joven triste, con depresión
PIXABAY FLACHOVATEREZA
Actualizado: viernes, 30 octubre 2015 15:46

   MADRID, 30 Oct. (EUROPA PRESS) -

   La pérdida de un ser querido suele provocar una situación de duelo pero, si se normaliza y se expresan las emociones, es más fácil de llevar, según ha destacado el jefe del Servicio de Psicología del Hospital Quirónsalud Marbella, Antonio de Dios, con motivo de la conmemoración del Día de Todos los Santos que se celebra este domingo, 1 de noviembre.

   "Tenemos que permitirnos expresar emociones, despedirnos de quien hemos perdido, normalizar la pérdida, darnos cuenta de que el dolor forma parte del amor hacia la persona que se fue y que, nunca mejor dicho, merece la pena", ha defendido este experto.

   Durante estas fechas, como puede ocurrir también en otras como Navidad o cumpleaños, se producen circunstancias sociales y culturales que hacen que rebroten los recuerdos de las personas que han fallecido.

   El primer año tras dicha pérdida es un momento "complicado", según ha reconocido Marina Rodríguez, especialista del servicio de Psicología Sanitaria de Hospital QuirónSalud Málaga, ya que "se viven por primera vez situaciones y fechas marcadas en el calendario que solían ser compartidas con la persona fallecida y, por tanto, su ausencia se hace más dura".

   A lo largo de los años se ha estudiado el duelo desde una perspectiva psicológica y se ha visto que tiene cinco fases (negación o aislamiento, ira, negociación, dolor emocional o depresión y aceptación) por las que se debe pasar en ese orden y en no más de doce meses.

   No obstante, el tiempo es variable y depende de muchos factores, ya que no es lo mismo perder a un padre que a un hijo, que sea por un accidente o por una larga enfermedad, en la que el duelo se va haciendo poco a poco mientras la persona está todavía viva.

   Además, con el tiempo han ido apareciendo otras teorías que matizan la anterior y establecen el duelo como el cumplimiento de una serie de tareas, sin un tiempo específico y sin un orden concreto, como las establecidas por William Worden.

   Esta teoría, explica Rodríguez, es mucho más humanizada, al fin y al cabo ya que apunta a que el duelo es "una respuesta normal ante la pérdida de un ser querido" y, por tanto, "hay que restar importancia a la variable temporal, pudiendo considerar una reacción de dos años de duelo como un duelo normal".

LA PRIMERA REACCIÓN AL CONOCER LA MUERTE

   Del mismo modo, ambos expertos reconocen que cuando una persona se entera de la muerte de un ser querido "lo primero que suele hacer la mente como mecanismo de defensa es tratar de negar la realidad".

   El segundo paso del proceso es expresar las emociones que produce la pérdida, entre ellas destacan la rabia, la tristeza y el miedo. La tercera etapa del duelo es recolocar a la persona fallecida, ya que "hay un momento en el que tenemos que aceptar la pérdida y poner a esa persona en un lugar prioritario en nuestro interior, en nuestra memoria y nuestro corazón".

   Y el último paso del proceso del duelo es "volver a permitirnos vivir tras el periodo de dolor, empezar a disfrutar de la vida, que es la mejor manera de honrar al que se fue, con alegría y con agradecimiento de que pudimos compartir una parte del camino con esa persona especial", detalla De Dios.

   Para llevar mejor estos procesos, esta experta aconseja seguir en comunicación con la persona fallecida, lógicamente con otro formato. "En multitud de ocasiones, cuando la persona fallece, nos quedamos con la sensación de que querríamos haberles expresado muchas ideas, pensamientos o emociones que se quedan a la deriva en nuestro interior", según reconoce.

   Por ello, puede ser muy beneficioso que durante un tiempo, el que cada cual considere necesario, nos comuniquemos interiormente con ese ser querido e incluso escribir cartas expresando todas esas cosas que se quedan dentro. "Esta expresión emocional ayuda a aceptar mejor la realidad de la pérdida, a recolocar al fallecido emocionalmente y al desahogo más íntimo y profundo que hace que nuestras emociones sanen", apunta la psicóloga.