Emborracharse agrava el daño hepático de los bebedores habituales

Alcoholismo
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Actualizado: martes, 22 diciembre 2015 15:00

   MADRID, 22 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Investigadores de la Universidad de Missouri aseguran que cuando el consumo prolongado de alcohol incluye una ingesta excesiva o abusiva resulta más dañino para el hígado de lo que se pensaba, según los resultados de un trabajo publicado en la revista 'Biomolecules'.

   Los datos de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés) muestran que aproximadamente uno de cada seis consumidores habituales de alcohol beben de forma abusiva unas cuatro veces al mes, lo que representa un problema de salud pública a nivel mundial.

   "Las borracheras en quienes beben alcohol de forma habitual son la causa más frecuente de daño hepático", ha explicado Shivendra Shukla, farmacóloga que ha liderado la investigación, que pretendía analizar diferentes patrones de consumo para ver cuál era el que favorecía una mayor acumulación de grasa en el hígado hasta impedir que funcionara correctamente.

   Para ello, examinaron en ratones el grado de lesión hepática causada por el consumo crónico de alcohol, por episodios repetidos de un consumo abusivo o atracones, y la combinación de ambos.

   Durante un seguimiento de cuatro semanas, los investigadores vieron que la mezcla de un consumo crónico y un consumo abusivo propiciaban un mayor daño hepático.

   "Tanto el consumo de alcohol crónico como la repetición de atracones causaron un daño hepático moderado, en comparación con el grupo control que no había sido expuesto al alcohol", ha explicado la autora, que sin embargo destaca como al combinarse ambos consumos "el daño aumentó enormemente".

   "Y aún más impactante fue ver como aumentaban los depósitos grasos del hígado de los bebedores crónicos que además se emborrachaban. Eran 13 veces mayores que en el grupo control", según Shukla.

   Esta mayor acumulación de grasa estuvo en parte causada por los cambios metabólicos en el hígado, que favorecen que se acumulen depósitos grasos y aumenta el estrés del órgano al disminuir su capacidad para combatirlo.

   Además, los autores insisten en que este deterioro puede también afectar a otros procesos fisiológicos, dando lugar a otros problemas de salud como diabetes, enfermedad cardiovascular y algunos tipos de cáncer.