Bebé prematuro en el hospital
Foto: GETTY/METIN+KIYAK
Actualizado: jueves, 22 enero 2015 17:15

MADRID, 22 Ene. (EUROPA PRESS) -

   Uno de cada trece bebés que nacen en España lo hacen de forma prematura, lo que provoca un mayor riesgo de sufrir problemas de salud que los que nacen a término, de ellos los que mayor riesgo tienen son los grandes prematuros o prematuros extremos que tienen mayor riesgo a sufrir desde problemas neurológicos, sordera, ceguera o problemas de retraso intelectual hasta no sobrevivir.

   Ahora un gran estudio en bebés extremadamente prematuros en Inglaterra, muestra que las tasas de mortalidad han disminuido entre los años 2000 y 2011 en este grupo de prematuros. Un análisis de las causas específicas encontró que cayeron las muertes atribuidas a inmadurez o problemas pulmonares y complicaciones por infección o lesión del sistema nervioso central toda disminución.

   Sin embargo, la investigación, cuyos resultados se publican este jueves en 'New England Journal of Medicine', las muertes atribuidas a la enterocolitis necrotizante aumentaron. La enterocolitis necrotizante es una complicación intestinal resultante de la prematuridad.

   La supervivencia de los bebés prematuros ha mejorado sustancialmente en los últimos 50 años, pero la prematuridad sigue siendo un principal contribuyente a las muertes de recién nacidos en Estados Unidos. Aproximadamente uno de cada cuatro niños extremadamente prematuros nacidos entre las semanas 22 y 28 de gestación no sobrevive tras la hospitalización por nacimiento. Las tasas de mortalidad disminuyen con cada semana adicional de gestación.

   "Al entender las causas y el tiempo de muerte en los bebés prematuros, podemos tomar decisiones más informadas como médicos, asesorar mejor a las familias y realizar investigaciones más a fondo para seguir mejorando la supervivencia y la salud a largo plazo de los bebés prematuros", resalta Ravi Patel Mangal, autor principal del estudio y profesor asistente de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory y el Servicio de Salud Infantil de Atlanta, en Estados Unidos.

   El equipo analizó prospectivamente los datos de 6.075 muertes entre 22.248 nacidos vivos, con edades gestacionales de las semanas 22 a 28, aproximadamente entre 12 y 18 semanas antes de su fecha prevista de parto. Los bebés nacieron en hospitales de la red de 25 centros de investigación neonatal, financiados por el Instituto Nacional Eunice Kennedy Shriver de Salud Infantil y Desarrollo Humano de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses.

   Los científicos compararon las causas generales y específicas de mortalidad en tres periodos: 2000-2003, 2004-2007 y 2008-2011. Los recién nacidos reclutados para este trabajo fueron seguidos activamente desde el nacimiento hasta la edad de 120 días, la muerte, el alta hospitalaria o el traslado a otro centro. Los bebés hospitalizados durante más de 120 días se evaluaron hasta 1 año de edad.

   El número de muertes por cada 1.000 nacidos vivos fue de 275 entre 2000 y 2003 y 285 entre 2004 y 2007. Hubo 258 muertes entre 2008 y 2011, una disminución del 9,6 por ciento en comparación con el periodo de tiempo anterior. En general, el 40,4 por ciento de las muertes ocurrió dentro de las 12 horas después del nacimiento, y el 17,3 por ciento se produjo después de 28 días. Los mayores descensos absolutos de la mortalidad entre 2000-2003 y 2008-2011 fueron en bebés nacidos a las 23 o 24 semanas de gestación.

   La disminución de las muertes atribuidas al síndrome de dificultad respiratoria y la displasia broncopulmonar representó el 53 por ciento de la reducción total de la mortalidad de 2000-2003 a 2008-2011. En 2008-2011, también hubo una caída en las muertes atribuidas a la inmadurez y complicaciones por infección o lesión del sistema nervioso central. Sin embargo, se registraron más muertes en 2008-2011 atribuidas a la enterocolitis necrotizante y esos fallecimientos compensan la reducción general de la mortalidad en un 26 por ciento.

INMADUREZ, PRINCIPAL CAUSA DE MUERTE EN LAS PRIMERAS HORAS

   De 2000 a 2011, la muerte dentro de las 12 horas después del nacimiento se debió más comúnmente a la inmadurez. Pasadas esas 12 horas, los fallecimientos se atribuyeron más comúnmente al síndrome de dificultad respiratoria. Del día 15 al 60, la enterocolitis necrotizante fue la causa más común de muerte, y después de los primeros 60 días de vida, la displasia broncopulmonar fue la causa principal de fallecimiento.

   Los recién nacidos muy prematuros que murieron eran dos semanas más jóvenes en edad gestacional que los recién nacidos supervivientes. Además, las madres cuyos bebés fallecieron tenían menos probabilidades de haber recibido glucocorticoides prenatales, una terapia de hormonas esteroides que se da a veces a las madres en situación de riesgo de parto extremadamente prematuro.

   Los autores del estudio señalaron varios factores en la medicina prenatal que cambiaron entre 2000 y 2011 y que pueden haber jugado un papel potencial en sus conclusiones. En concreto, detectaron un aumento en el porcentaje de mujeres que reciben atención prenatal, un incremento en el uso de los glucocorticoides prenatales y un aumento de las cesáreas, así como una disminución en el porcentaje de mujeres que recibieron tratamiento antibiótico prenatal.

   También observaron un mayor uso de ventilación de alta frecuencia para los bebés nacidos a las 22 y 23 semanas de gestación y una disminución en la frecuencia de una temperatura materna debajo de lo normal en el momento del ingreso, un factor previamente asociado con un incremento de la mortalidad neonatal. El aumento de la mortalidad atribuida a la enterocolitis necrotizante puede estar relacionado con mejoras en la supervivencia de los niños prematuros que de otro modo habrían muerto antes del momento típico en el que se suele dar, según los autores.

   "Nuestros resultados ponen de relieve la continua necesidad de identificar e implementar estrategias para reducir las complicaciones potencialmente letales de la prematuridad", sentencia la autor del estudio Barbara J. Stoll, profesora y jefa del Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory y directora del Centro Pediátrico de Emory y de Salud Infantil de Atlanta. "En última instancia, se necesitan estrategias para reducir las altas tasas de prematuridad extrema que tengan un impacto significativo sobre la mortalidad infantil", concluye.