Desmontando la colitis ulcerosa, una enfermedad inflamatoria intestinal cada vez más frecuente

Hombre con dolor de estómago e intestino.
Hombre con dolor de estómago e intestino. - GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / THARAKORN - Archivo
Actualizado: domingo, 19 enero 2020 16:09

   MADRID, 19 Ene. (EDIZIONES) -

   Hay diferentes procesos patológicos que producen una inflamación crónica del intestino, y la enfermedad inflamatoria intestinal es uno de ellos. Se trata de una afección crónica, que comprende tres posibles variantes: la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y la colitis indeterminada.

   En el caso concreto de la colitis ulcerosa, casi siempre está afectado el recto y, de forma variable, el resto del colon o del intestino grueso. Se desconoce a día de hoy su causa, pero también su cura. No obstante, si se sigue estrictamente el tratamiento, el paciente tiene mayores posibilidades de gozar de una buena calidad de vida.

   En una entrevista con Infosalus, la doctora Verónica Opio Maestro, especialista del servicio de Medicina Digestivo del Hospital Universitario de Getafe (Comunidad de Madrid) explica que esta patología afecta a ambos sexos, y puede diagnosticarse a cualquier edad, aunque suele debutar al final de la adolescencia o en adultos jóvenes.

   La también profesora asociada de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Europea de Madrid precisa igualmente que es una situación que, hasta su diagnóstico puede afectar notablemente a la calidad de vida del paciente, en cuanto a su salud física y psíquica, y por tanto repercutir en su ámbito personal, social o laboral. "El retraso en el diagnóstico puede conllevar complicaciones de la enfermedad y precisar de medidas terapéuticas más complejas", aclara.

   Además, advierte de que en las últimas décadas se ha asistido a un incremento global de la incidencia de esta enfermedad, y en el caso concreto de España los datos más recientes provienen de un estudio epidemiológico nacional de gran envergadura, cuyo objetivo era conocer el alcance de la enfermedad en la actualidad. Éste incluyó más de 3.000 nuevos pacientes diagnosticados en 2017, y se estima una incidencia de colitis ulcerosa de 8,2 casos por cada 100.000 habitantes en nuestro país.

   Eso sí, aunque en un principio se desconoce la causa de la enfermedad, sí se perfila un origen multifactorial en el que interactúan factores genéticos e inmunológicos del sujeto, y aspectos ambientales, que aún se desconocen con precisión, matiza la doctora Opio Maestro. De hecho, revela que se están investigando aspectos como los cambios en la composición de la microbiota intestinal de estos pacientes.

   Igualmente, la especialista en digestivo menciona que la enfermedad no es hereditaria en el aspecto literal de la palabra, si bien advierte de que los familiares de primer grado (padres, hermanos o hijos de pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal) tienen en torno a 7-8 veces mayor riesgo de desarrollarla que otros, y además, ese riesgo es mayor en sujetos jóvenes.

   En concreto, dice que no existe un "patrón de oro" para el diagnóstico de la enfermedad, que se establece con arreglo a una suma de parámetros clínicos, endoscópicos, y analíticos. A su juicio, es muy importante realizar un diagnóstico precoz del paciente. "La sospecha clínica de una colitis ulcerosa se basa en la identificación de una serie de síntomas característicos, unos hallazgos compatibles en los análisis de sangre o de heces, y una posterior confirmación mediante una colonoscopia con toma de biopsias intestinales, que confirmará la presencia de lesiones de la mucosa del intestino grueso compatibles", remarca la doctora Opio.

CÓMO SOSPECHAR

   Así, enumera que los síntomas más frecuentes consisten en la aparición de diarrea, que se cronifica en el tiempo, a la vez que pueden ser visibles en las heces restos de sangre y mucosidad. "Estos episodios de diarrea se presentan durante el día, pero en ocasiones pueden incluso despertar al paciente por la noche. Se suele asociar dolor abdominal y sensación de urgencia para defecar o de evacuación incompleta. Para establecer un diagnóstico correcto, por supuesto, siempre es imprescindible haber descartado una causa infecciosa de la diarrea", agrega la experta del Hospital Universitario de Getafe.

   Además, subraya que en colitis que afectan a gran parte del intestino grueso o son más graves pueden asociarse otros síntomas como la pérdida de peso, fiebre, malestar general y pérdida de apetito. "Más raramente debutan como una hemorragia, una perforación del intestino, o una dilatación grave del mismo. Existen también lo que llamamos manifestaciones extraintestinales, cuando otros órganos se ven afectados, traduciendo una alteración del sistema inmune que puede provocar en ocasiones síntomas oculares, en la piel o en las articulaciones, o articulares entre otros", resalta.

   Sobre su tratamiento, la doctora Opio menciona que los objetivos del mismo son: conseguir la desaparición de los síntomas, curar las lesiones intestinales (lo llamamos "curación mucosa") y evitar las posibles complicaciones, evitar la necesidad de usar corticoides a largo plazo, mejorar la calidad de vida del paciente, minimizar sus ingresos hospitalarios y cirugías, y prevenir el cáncer colorrectal.

   En concreto, la doctora Opio resalta que el tratamiento se inicia con fármacos que disminuyen la inflamación intestinal, y debe mantenerse de forma crónica para evitar la reaparición de los síntomas, y mantener una curación permanente de la mucosa intestinal. Se escoge uno u otro fármaco en función de la severidad del brote inflamatorio.

   Por otro lado, dice que en muchas ocasiones es necesario corregir también problemas asociados, como anemia por falta de hierro o vitaminas, osteoporosis, o situaciones de malnutrición. "En casos refractarios a tratamientos médicos puede ser necesario intervenir para extirpar el colon, emplear técnicas similares a una diálisis (leucocitoaferesis), o excepcionalmente precisar un trasplante de médula ósea", apunta.

   Pese a que se trata de una enfermedad crónica, la experta destaca que puede permanecer inactiva con un tratamiento y seguimiento adecuados, que se ajustará de forma dinámica a la situación específica de cada paciente, y según su evolución.

   "De ahí la importancia de cumplir con el tratamiento de mantenimiento aun sin tener síntomas activos, pues está demostrado que la pérdida de adherencia o cumplimiento del tratamiento tiene como consecuencia la reaparición de las lesiones y síntomas de la enfermedad", sentencia, a la vez que celebra que la cartera de fármacos en investigación es "prometedora", y en los últimos años se han aprobado nuevos fármacos biológicos efectivos para casos moderados o graves.