¿De qué depende que nos sintamos competentes?

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Actualizado: jueves, 21 julio 2016 6:04

   MADRID, 21 Jul. (EUROPA PRESS) -

   Las calificaciones de nuestras propias capacidades están fuertemente influenciadas por el comportamiento de los demás, según concluye un estudio publicado este miércoles en ‘Neuron’. La interacción con profesionales de alto rendimiento nos hace sentir más capaces en el marco de un equipo de cooperación, pero menos competentes en situaciones competitivas y el grado de "fusión yo-otro" se asocia con la actividad en una región del cerebro previamente implicada en la teoría de la mente, la capacidad de entender los estados mentales de uno mismo y los demás.

   "Hemos encontrado que aunque las personas estimaron sus habilidades sobre la base de su propio rendimiento de una manera racional, las estimaciones de sí mismos fueron parcialmente de fusión con la actuación de los demás", dice el primer autor Marco Wittmann, estudiante de doctorado en el plano cognitivo la neurociencia en la Universidad de Oxford, Reino Unido. "Los resultados potencialmente tienen implicaciones para las interacciones sociales en el lugar de trabajo, así como trastornos clínicos como la depresión", señala.

   La estimación de las habilidades propias y ajenas es clave para la supervivencia, las decisiones sobre a qué grupos sociales unirse y si atacar o retirarse. En la vida cotidiana, constantemente nos juzgamos a nosotros mismos y a otros sobre todo lo relacionado con mérito intelectual y destreza atlética. Una gran cantidad de investigación de la psicología ha demostrado que las comparaciones con otras personas puede emplearse como un medio eficaz para la auto-evaluación y, por el contrario, la gente basa los juicios de otras personas en el conocimiento de sus propias cualidades.

   Sin embargo, se sabe relativamente poco acerca de qué regiones del cerebro están involucradas en la estimación de las capacidades de uno mismo y los demás. En el nuevo estudio, Wittmann y sus colegas se dispusieron a abordar esta cuestión mediante la combinación de experimentos de comportamiento con imágenes de resonancia magnética funcional. En él participaron un total de 24 sujetos en dos juegos que implicaban sea la evaluación de los colores de las formas o estimar el tiempo transcurrido.

   También se les pidió que otros dos jugadores que realizaran la misma tarea al mismo tiempo. Después de cada ensayo, se dio información a los sujetos sobre su propio desempeño y el rendimiento de los otros dos jugadores. Antes de que comenzara la siguiente prueba, se pidió a los sujetos que evaluaran el rendimiento esperado de sí mismos y el de los demás jugadores.

   Los investigadores también analizaron cómo las calificaciones de rendimiento esperadas de los sujetos fueron influenciadas por los contextos cooperativos y competitivos. Durante los ensayos cooperativos, se sumaron las puntuaciones de los sujetos y los demás jugadores en puntos que podrían traducirse en una recompensa monetaria al final del experimento. Pero durante los ensayos competitivos, se otorgaron los puntos en base a la diferencia entre la puntuación de los sujetos y las puntuaciones de los demás jugadores.

   En las situaciones cooperativas, los sujetos se evaluaron a sí mismos de manera más positiva cuando los otros jugadores lo hicieron bien y de forma más negativa cuando los otros jugadores realizaron mal la tarea. Pero en el contexto competitivo, los sujetos se evaluaron a sí mismos más negativamente en la interacción con profesionales de alto rendimiento en comparación con los de bajo rendimiento.

   "Nuestros resultados conductuales se adaptan bien a lo que experimentan las personas en su lugar de trabajo", dice Wittmann. "Pueden sentirse mejor o peor con ellas mismas, dependiendo de cómo de bien está trabajando el grupo al que pertenecen o puede ser que se sientan peor cuando se enfrentan a un fuerte competidor", detalla.

UN ÁREA CEREBRAL CALCULA LA POSICIÓN SOCIAL

   Los datos de imágenes cerebrales revelaron que dos regiones distintas en la corteza frontal rastrearon las capacidades estimadas de uno mismo y los demás. Los niveles de actividad en la corteza cingulada anterior perigenual dependía de lo bien que los sujetos realizaron los últimos ensayos. Estudios anteriores han demostrado que esta región del cerebro está implicada en el juicio de los propios rasgos y pensar en sí mismo y otros similares.

   Por otro lado, el área frontal dorsomedial 9 trazó el rendimiento de los otros jugadores e integró esta información con las estimaciones de las habilidades propias. En concreto, la actividad en el área 9 refleja fusión 'yo-otro' para predecir el grado en el que las calificaciones de auto-capacidad de los sujetos cambiaron como resultado de su participación con individuos de alto rendimiento.

   Esta región del cerebro es parte de la red de la teoría de la mente en los seres humanos y la investigación en monos ha demostrado que la estructura y la función del área 9 se ven influidas por el estatus del dominio social y el tamaño de la red social. Tomados en conjunto, estos hallazgos sugieren que el área 9 puede integrar la información acerca de uno mismo y de los demás para calcular la posición propia en una red social.

   "Aprender sobre uno mismo y los demás no sólo es importante para los seres humanos --señala Wittmann--. Por ejemplo, las opciones para atacar o retirarse son vitales para muchos animales y estas decisiones se pueden basar en lo fuerte que se piensa que es uno mismo u otro competidor. En cierto modo, cuando se piensa en las jerarquías de dominancia en los animales, para ellos es muy es importante saber sobre el valor de sí mismos y los demás en esa jerarquía. En los seres humanos, existen jerarquías sociales pero son menos penetrantes y dependen de lo rápido que cambien los grupos sociales de referencia, por ejemplo, dentro de la propia familia, o en el trabajo, o en un equipo deportivo".

   Según Wittmann, el siguiente paso es poner a prueba la forma en que la fusión yo-otro y la actividad de la zona 9 se ven afectadas en poblaciones clínicas. "Nos preguntamos si los mecanismos cerebrales subyacentes en la evaluación del yo y el otro pueden ser alterados en los síndromes clínicos como la depresión, donde la gente puede sentirse impotente cuando se enfrenta a sus tareas diarias –dice--. Parece lógico que las personas con depresión pueden juzgar cómo de bien lo están haciendo de manera diferente en comparación con las personas no deprimidas. Creo que valdría la pena investigar esto".