Todo sobre los dolores de crecimiento

Crecer, niño
Foto: GETTY//BRIANAJACKSON
Actualizado: martes, 13 enero 2015 16:27

MADRID, 13 Ene. (INFOSALUS) -

   Los denominados 'dolores de crecimiento' pueden surgir entre los 3 y 4 años de edad y aparecer hasta los 10-12 años como máximo. Es un grupo de dolores de las extremidades inferiores no infrecuente que afecta sobre todo a la cara anterior del muslo y la pierna.

   Según explica a Infosalus Màrius Aguirre, jefe de unidad de Ortopedia Infantil en el Hospital Universitario Vall d'Hebron en Barcelona, la consulta más habitual es la que se refiere a un niño de unos 6 años que a media noche se despierta llorando y reclama la presencia de sus padres, que le dan friegas, masajes, quizás un paracetamol y que tras dormirse de nuevo a la mañana siguiente se levanta sin dolor, sin acordarse de la noche antes y pasa su día de forma normal.

   El doctor Aguirre los describe como dolores que se producen en el niño antes de acostarse tras todo un día de actividad y apunta que son muy frecuentes, tanto en niños como en niñas, y que en el ámbito clínico se les denomina 'dolores de crecimiento', "aunque hasta donde se sabe el crecimiento no es doloroso", señala.

   Se ha planteado la teoría de que la causa de estos dolores podía estar en agujetas o roturas fibrilares aunque esto no se ha confirmado. Lo que sí parece estar claro es que no existen secuelas de cualquier tipo en los niños con el paso de los años asociadas a estos dolores.

   Según señala el doctor a los padres preocupados, son dolores porque el niño está en crecimiento pero no se derivan del crecimiento. Son dolores que se presentan en la cara anterior del muslo, por debajo de la rodilla, incluso en el pie y no están bien localizados ya que el niño se queja de la pierna o la pantorrilla.

   "Tras un día activo, realizando deporte o gimnasia puede doler la cara anterior del muslo o la pierna, suele ser una pierna u otra. Es un grupo heterogéneo de condiciones que en ocasiones ve el pediatra, que descarta algo más grave, en ocasiones llegan al ortopeda pediátrico o puede que los padres no acudan a consulta", apunta Aguirre.

   El diagnóstico se realiza por exclusión, lo importante es que no haya otras enfermedades, para ello se hace una historia clínica en la que se observa si el dolor se calma con los masajes, cuando la madre está al lado o si se va con un analgésico. A esto se une que a la mañana siguiente el niño esté activo, se vea sano y no tenga otros episodios de mayor dolor.

   "Se observa si no hay fiebre, malestar, irritabilidad, las articulaciones están bien, no hay enrojecimiento ni puntos dolorosos, no existe patología general o local como trastornos articulares o reumáticos, es decir, si en definitiva este dolor nocturno o al final del día no esconde otro cuadro grave", aclara Aguirre.

   Si la exploración física es buena no es necesario realizar análisis ni radiografías que sí se hacen cuando hay sospecha de algún trastorno. "Hay que fijarse que no haya fiebre, hinchazón, para realizar un diagnóstico diferencial, que no empeore el dolor o que no haya cojera", apunta.

SENSIBILIDAD AL DOLOR Y LIBERAR TENSIONES

   Hay un grupo de niños que pueden ser más sensibles al dolor y que pueden tener dificultades para verbalizarlo, apunta el especialista de Vall d'Hebron. En estos niños más sensibles también se pueden referir dolores de cabeza o abdominales, debido a una experiencia del dolor diferente.

   "El tratamiento pasa en un primer lugar por tranquilizar a los padres, descartar una patología más grave y ejercicios de estiramiento", apunta el doctor Aguirre, que aconseja a los padres llevar un diario de actividad del día y cómo los estiramientos mejoran o no la incidencia de los dolores nocturnos.

   Los estiramientos ayudan a que el niño se duerma más relajado pues suelen estar tenso al final del día influye. "Estiramientos, masajes y estar con el niño hacen que se duerma relajado y la incidencia de los dolores nocturnos baja", aclara el especialista.

   Según apunta el doctor Aguirre, algún día puntual que se haya hecho mucho ejercicio se puede dar analgesia para que toda la familia se relaje, pero de forma muy puntual, para no depender de los fármacos.

   "Cuando los padres acuden a consulta ya ha pasado un tiempo más o menos largo pero cuando la familia cambia de actitud, estando más pendientes de los niños tras volver de la escuela o tras la actividad física, hay un cambio claro que se ve en uno o dos meses, cuando quizás llevan 6 o 7 meses con estos dolores", explica el doctor.

   Todos los padres cuentan lo mismo, por eso no hay dudas, se va toda la familia a dormir y a media noche la madre termina levantándose llamada por el niño. No tienen que ver con los calambres ya que éstos son súbitos, en la pantorrilla, un dolor espasmódico con un llanto súbito que también se va con friegas y que no se da por la noche.

DOLORES EN NIÑOS MUY ACTIVOS

   No deben confundirse estos dolores con algunos otros localizados en el talón o rodilla que ocurren durante el crecimiento:

* Síndrome de Sever: produce dolor en el talón y se presenta hacia los 9-10 años en niños muy activos. En la exploración física presenta dolor a la palpación y suele prolongarse durante unos 6 meses.

* Síndrome de Osgood-Schlatter: es un dolor en la rodilla que aparece en niños hacia los 13 años y suele deberse a una sobrecarga por el deporte. El dolor se produce en la rodilla, donde se unen cuadriceps y rótula.

   En estos casos, el doctor Aguirre señala que el mensaje es que los niños autocontrolen la actividad física y se pongan de acuerdo con el entrenador para bajar el nivel, los padres no deben preocuparse en exceso ya que el dolor desaparece en pocos meses. Hay que emplear también la analgesia en casos puntuales y saber que son dolores que van a desaparecer.