Claves para no autoengañarnos y sufrir más: ¡Es peligroso para nuestra salud!

OJOS TAPADOS, TRISTE, DESOLACIÓN, LAMENTO, NO VER, DESESPERACION
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Actualizado: domingo, 14 octubre 2018 10:42

   MADRID, 14 Oct. (EDIZIONES) -

   Es importante vivir de forma coherente con lo que somos y hay que estar dispuesto a mejorar. Es vital para nuestra salud, sobre todo mental. Por ello, para llevar una vida sana y ordenada es imprescindible disponer de un estado emocional estable para hacer frente a lo que nos ocurre diariamente. Esto es posible si sabemos afrontar los hechos traumáticos, no nos engañamos y aceptamos las contrariedades propias del día a día y de nuestra persona.

   El caso es que esto no es fácil y para evitar el sufrimiento psicológico todos recurrimos a ciertos mecanismos de defensa que traemos en nuestro 'pack genético', pero también a la creación de 'posverdades' o mentiras emocionales, que son fruto de nuestros diálogos interiores, según defiende en una entrevista con Infosalus la psicóloga y enfermera Mercè Conangla con motivo de la publicación de 'Posverdades emocionales' (Amat editorial), un libro que ha escrito junto con el presidente honorífico de la Fundación Ámbit Ecología Emocional, Jaume Soler.

   Esta psicóloga sostiene que las personas desde que nacemos tenemos unos mecanismos de defensa que nos llevan a mentirnos o autoengañarnos en lugar de a admitir la verdad con el objetivo de no sufrir. "Al nacer no nos tienen que enseñar qué supone reprimir determinadas palabras o emociones, lo aprendemos, son mecanismos de protección que empleamos para no sufrir. Aunque parece que todos queremos ser felices, lo que más en común tiene la humanidad es que no quiere sufrir", subraya.

   No obstante, Conangla advierte de que estas medias verdades o posverdades emocionales en el largo plazo no nos acaban protegiendo del dolor sino que nos provocan más sufrimiento, soledad, vidas falsas o ficticias y un mayor desequilibrio personal.

   "Deberíamos plantearnos hasta qué punto practicamos este autoengaño de manera consciente, a través del relato de lo que nos decimos a nosotros mismos, de ese autoengaño emocional o estos cuentos que nos contamos a nosotros mismos para evitar el sufrimiento, o evitar tener que hacer otras cosas para cambiar nuestra realidad y mejorarla. Hay cierto grado también de acomodación en todo ello", precisa la especialista y presidenta de la Fundación Ámbit Ecología Emocional.

   Así insiste en que estas posverdades emocionales o medias mentiras o dosis de ficción que añadimos a nuestra vida, en las que también eliminamos de nuestra realidad aquello que no nos cuadra, las empleamos como un "analgésico emocional". Curiosamente, la psicóloga sostiene que las posverdades emocionales a menudo, al menos en una primera fase, suelen ser inconscientes.

   "Suelen estar movidas por el miedo o por la dificultad porque si me digo la verdad seguramente me veré empujado a cambiar algo y prefiero no hacerlo. Pero hay que tener en cuenta que lo que nos pasa por fuera es lo que nos pasa por dentro. Cogemos un mensaje, lo simplificamos, tomamos aquellos trozos que no me interesan, y resalto lo que sí a los demás, y si hay vacío lo relleno con detalles inventados. Con todo ello, me monto una burbuja cognitiva, y básicamente me rodeo de personas y cosas que están en mi onda, lo que provoca que cada vez estemos más separados de otras personas con otras posverdades", aclara Conangla.

   Por eso, insiste en que a partir de un punto esta posverdad emocional puede convertirse en peligrosa porque no dejan entrar a la diversidad, se vive con máscaras, con tabiques, se sufre, hay soledad, y ese mecanismo de defensa ya no sirve. "Podríamos decir que esta persona mantiene un nivel de equilibrio pero en una vida mal vivida o poco vivida en la realidad. Acaba perjudicando muchísimo a nuestra salud. Muchas personas acaban creyéndose su mentira. Se sufre cuando se encuentran con la realidad de otro. Se produce una carga hormonal tremenda, se está en alerta para que esta posverdad siga viva, lo que genera mucho estrés y mucha soledad. También es indicio de enfermedad que las relaciones se tejan desde la posverdad emocional, mostrando más o menos lo que somos pero siendo falsos", añade.

   Eso sí, Conangla reseña que no hay personas que vivan en la verdad plena, ya que todos nos autoengañamos en algún momento. "Si contrasto lo que soy con la verdad de otras personas, me planteo en qué creo, afronto las contrariedades, quizá podemos construir un mundo con una mirada más inclusiva, atendiendo más a los demás, y en el fondo seremos más felices", añade.

CONSEJOS PARA EVITAR EL SUFRIMIENTO PSICOLÓGICO

   Con todo ello, la experta en educación emocional aconseja tomar conciencia de que en nuestro interior está este ventrílocuo que hay que atender y escuchar, y no quedarse solo con una verdad. "Es entonces cuando se construye esa posverdad y se elimina la verdad de uno mismo", avisa.

   A partir de estas 'voces' plantea también intentar construir un relato ajustado a la verdad de cada uno, pero sin renegar o esconder aquello que eliminamos y no convence. "Hay personas que reprimen estas voces y no es bueno emocionalmente", precisa la presidenta de la Fundación Àmbit Ecología Emocional.

   Para trabajar con la posverdad a través del relato ve también muy importante aumentar la capacidad de ser más competentes en el uso del lenguaje: "No es lo mismo decir una cosa que otra, decir que eres egoísta pero te pido que seas más generoso. Hay una carga emocional en el lenguaje que se debería enseñar desde pequeños".

   Asumir el impacto emocional que el vivir en una verdad supone es otro de sus consejos. "Claro que se sufrirá asumiendo ese rasgo, el hecho de que a veces pierdo el control o que soy muy impaciente. Pero el admitirlo me permitirá trabajarlo y así ser mejor persona, más equilibrada. Admitirlo no es agradable y es necesario", sentencia.

   Para acabar, Conangla ve imprescindible llevar a cabo la acción, entender todo el proceso y ser consciente de que no se vive una vida real, sino un montaje, y tener valentía para decirse a uno mismo quién se es. También el decírselo a los demás y manifestar las contradicciones. "Sobre todo para que mi relación con el mundo sea mejor, el hecho de estar más ajustado conmigo mismo evita generar posverdades que hacen daño a los demás, estos relatos que surgen manipulados y que además mucha gente se acaba creyendo y viven en la burbuja", concluye la experta.