Celiaquía, cuando el gluten es un problema para el niño

Niña, galletas, cocinando
Foto: GETTY// ALTRENDO IMAGES
Actualizado: viernes, 21 agosto 2015 10:30

MADRID, 27 Ene. (INFOSALUS) -  

   La enfermedad celíaca es la intolerancia permanente al gluten, la proteína presente en trigo, cebada y centeno que presentan tanto a niños como a adultos a través de síntomas muy variables como diarrea crónica, astenia, distensión abdominal o irritabilidad entre otros muchos, y entre las consecuencias de un mal control o la falta de un diagnóstico se encuentra la anemia, osteopenia, osteoporosis o fracturas.

   En el caso del niño, pueden tener además otros efectos como el cambio de color en el esmalte dental, retraso en la pubertad o crecimiento lento y estatura por debajo de lo normal para su edad. Por eso es preciso realizar un seguimiento clínico con objeto de vigilar la evolución de los síntomas, controlar su crecimiento y vigilar el cumplimiento de la dieta.

   Según explica a Infosalus la doctora Isabel Polanco, catedrática de Pediatría y  especialista en Aparato Digestivo, autora de 'Vivir bien sin gluten' (Salsa Books, 2014), "la enfermedad celíaca está totalmente infradiagnosticada, por cada caso diagnosticado quedan sin hacerlo 6 o 7".

   En España se calcula que podrían existir alrededor de un millón de celiacos y sólo un 10% está diagnosticado. La enfermedad cursa con una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado superior y, como consecuencia, se establece un defecto de utilización de nutrientes (principios inmediatos, sales y vitaminas) a nivel del tracto digestivo, cuya repercusión clínica va a depender de la edad y la situación del paciente.

   No obstante, el niño puede recuperar la salud siguiendo una dieta sin gluten indefinidamente, ya que es el único tratamiento actual para la enfermedad, que garantiza una buena calidad de vida. No obstante, teniendo en cuenta la importancia de la alimentación en el niño, recuerdan que nunca se iniciará la exclusión de gluten de la dieta sin realizar previamente una biopsia intestinal.

   Una vez diagnosticada la intolerancia a gluten, hay que excluir de la dieta el trigo, la cebada, el triticale, el centeno y todos sus derivados incluidos los almidones; la avena probablemente no ejerce un efecto nocivo por sí misma; sin embargo, muchos productos que contienen avena se hallan contaminados por trazas de harinas de otros cereales, lo que representa una limitación para su uso.

   Para conseguir una dieta sin gluten es necesario recurrir a un consumo preferente de alimentos naturales: carnes, pescados, huevos, leches y derivados, legumbres, frutas, verduras y hortalizas y cereales sin gluten como el maíz o arroz.

RECOMENDACIONES DE LA INTRODUCCIÓN DEL GLUTEN

   La Asociación Española de Pediatría recomienda hacer la introducción del gluten no antes de los 4 meses y no después de los 7, incorporándolo en pequeñas cantidades mientras el niño está con alimentación con leche materna.

   Las cantidades serían pequeñas, aunque no se sabe una cantidad ideal. Este dato es posible que se sepa cuando terminen los estudios que se están haciendo con distintas cantidades de gluten, aunque según la asociación no será antes del año 2017.

   No existe ninguna recomendación distinta para los hijos de madres o hermanos celiacos de los demás, y, por tanto, debe ser la misma recomendación en cuanto al momento de la introducción y una vez introducido intentar mantener una administración de cantidades igual que en niños no celíacos.

RECONOCERLA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

    En el niño pequeño el cuadro clínico varía dependiendo del momento de la introducción del gluten en la dieta. Las manifestaciones clínicas más frecuentes son: diarrea crónica, falta de apetito, vómitos, dolor abdominal recurrente, laxitud e irritabilidad, apatía, introversión y tristeza. Los signos más frecuentes son la malnutrición, la distensión abdominal, la hipotrofia muscular, el retraso póndero-estatural, la anemia ferropénica y la hipoproteinemia.

   El niño mayor y el adolescente pueden no tener síntomas digestivos. La enfermedad puede presentarse como una anemia ferropénica rebelde a la ferroterapia oral, estreñimiento, dolor abdominal, menarquia retrasada e irregularidades menstruales, cefaleas, artralgias y hábito intestinal irregular. Los signos que presentan con mayor frecuencia son la talla baja, aftas orales, hipoplasia del esmalte, distensión abdominal, debilidad muscular, artritis, osteopenia y queratosis folicular.

FALSOS MITOS Y PROBLEMAS DE LAS DIETAS SIN GLUTEN

   Entre las falsas creencias que Polanco señala que existen entre la población sobre la enfermedad celíaca están:

* Creer que una persona obesa no puede ser celíaca y que es una enfermedad propia de personas delgadas que solo se padece en la infancia.

* Que los síntomas sólo se refieren al sistema digestivo, cuando pueden aparecer en otros aparatos, sistemas y órganos del cuerpo.

* Que el gluten sólo se encuentra en los alimentos cuando en realidad está en productos como excipiente en los que no imaginaríamos su presencia como barras de labios, pasta de dientes o medicamentos.

Además, seguir una dieta sin gluten, cuando es poco equilibrada o no estricta, puede conllevar algunos problemas:  

* La contaminación cruzada con otros alimentos y cereales que contienen gluten.

* El estreñimiento asociado al no existir residuos procedentes de los cereales si no se toman más frutas y verduras.

* Problemas psicológicos al no querer decir que son celíacos para que no les tachen de diferentes.

FACTOR PSICOLÓGICO PARA AFRONTAR LA CELIAQUÍA

   El apoyo de la familia, la escuela, la pareja y los servicios de salud y las asociaciones de celíacos es fundamental para el cumplimiento de la dieta sin gluten y para la calidad de vida del celíaco, cuya intolerancia al gluten es permanente.

   Desde el punto de vista psicológico la persona celiaca no es diferente al resto de la población pero la información escasa, las dificultades para realizar correctamente la dieta o la falta de apoyo de la sociedad, pueden dar lugar a que  algunos pacientes se sientan ansiosos y deprimidos .

  "De alguna forma se sienten diferentes porque deben de informar de que no toman gluten y en ocasiones tienen que escuchar reprimendas del médico por no seguir bien la dieta pero hay que ser conscientes de que el paciente no es el culpable de su enfermedad", concluye la experta.