Consejos ante una mala deglución de los alimentos

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Actualizado: jueves, 8 noviembre 2018 8:38

   MADRID, 8 Nov. (EDIZIONES) -

   Hay personas con determinadas enfermedades, o llegada cierta edad, que presentan dificultades a la hora de tragar los alimentos, y en concreto determinadas texturas. Se trata de un trastorno de deglución de alimentos, técnicamente conocido como la 'disfagia orofaríngea'.

   En concreto, está ocasionada por alteraciones estructurales o funcionales que provocan un debilitamiento de la musculatura oral, faríngea o laríngea, y producen una disfunción en los procesos que la conforman, según explica en una entrevista con Infosalus la doctora Julia Álvarez Hernández, jefa de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Principe de Asturias (Madrid), centro hospitalario que ha diseñado recientemente una serie de menús específicos para personas que sufren este trastorno.

   Como dato, la experta apunta que la deglución normal consta de 3 fases (oral, faríngea y esofágica), en las que intervienen más de 30 músculos. "Suele repetirse unas 600 veces al día de forma consciente y unas 2.000 de forma inconsciente. Tras el inicio de la deglución, el bolo alimentario tarda entre 11 y 16 segundos en completarla. El bolo alimentario, a su paso por la cavidad orofaríngea activa unos receptores que inician el reflejo de la deglución, controlado por el sistema nervioso central (SNC). El reflejo deglutorio da lugar a una compleja sucesión de eventos involuntarios, cuya función consiste tanto en empujar la comida a través de la faringe y del esófago como en evitar su entrada en la vía aérea", añade.

   En concreto, la también profesora asociada de Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) precisa que se estima que el 15% de las personas mayores de 65 años sufren disfagia, una cifra que aumenta hasta el 40% cuando estos mayores están institucionalizados. Además, sostiene que el 47% de los pacientes que han sufrido accidentes cerebro vasculares (ictus), tanto isquémicos como hemorrágicos, padecen disfagia en algún momento de su enfermedad.

   Entre otros datos, indica que los pacientes con daño cerebral traumático presentan disfagia en el 25% de los casos. En la enfermedad de Parkinson, la prevalencia se sitúa en el 52%. Y en el caso de las demencias, entre las que destaca el Alzheimer, cursan con disfagia, siendo en ésta última hasta del 80%. A su vez, recuerda que el 60% de los pacientes con esclerosis múltiple y esclerosis lateral amiotrófica también padecen disfagia. "Sin olvidar el grupo de pacientes que sufren las secuelas de un cirugía por tumores de cabeza y cuello o las del tratamiento radioterápico", agrega.

   En este punto, la jefa de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (Madrid) subraya que la disfagia orofaríngea supone "un grave problema para el individuo" ya que condiciona 2 aspectos esenciales de la deglución: la seguridad y la eficacia.

   "Por esto, la disfagia ha sido identificada como un factor predictivo independiente de causa de muerte para los individuos que la padecen por el riesgo de neumonía por aspiración (por alteración de la seguridad deglutoria), desnutrición y deshidratación (por afectación de la eficacia deglutoria). En pacientes con ictus se ha demostrado que triplica el riesgo de mortalidad y aumenta en 6-7 veces el riesgo de neumonía por aspiración", subraya.

CONSECUENCIAS DE LA DISFAGIA

   Además, lamenta que una de las consecuencias de la disfagia es el deterioro en la calidad de vida de los pacientes que la padecen. "Estos pacientes en gran medida sufren frecuentes trastornos del ánimo, depresión, entre otros, en relación a la situación que les impide participar de la mesa común con su familia y amigos", añade Álvarez, a la vez que alerta de que este síntoma condiciona la evolución de las patologías en las que se presentan y hace que los pacientes tengan estancias hospitalarias más prolongadas.

   Unos de los signos más habituales de la presencia de disfagia es la tos reiterada o repetida en ocasiones, y no de forma accidental, tras la toma de alimentos sólidos o líquidos. Otro podría ser la pérdida de peso involuntaria.

   "En muchas ocasiones los pacientes dejan de comer por miedo a atragantarse. A veces se aíslan por no compartir el momento angustioso y estresante para ellos que supone comer. A veces, los pacientes describen que les cuesta tomar las pastillas de su medicación habitual, o que los alimentos se les quedan pegados y tienen que toser más fuerte para limpiar la garganta", agrega.

   Sobre el tratamiento, la doctora del Hospital Príncipe de Asturias indica que debe intentar revertir los problemas de seguridad y de eficacia de la deglución del paciente, por esto la primera medida es la adaptación de las viscosidades de los líquidos y las texturas de los alimentos sólidos; además de modificar posturas durante la alimentación, y procurar la concentración en el acto de comer.

RECOMENDACIONES

   "Hoy por hoy, el tratamiento de la disfagia orofaríngea contempla medidas relacionadas con los cuidados e higiene de la cavidad oral, otras relacionadas con la alimentación y por último con la rehabilitación fundamentalmente. Se insiste en una correcta limpieza e higiene de la cavidad oral siempre antes de cada comida para evitar que los alimentos, los líquidos o la propia saliva, contaminada con los microorganismos que solemos tener en la boca, puedan accidentalmente pasar a la vía respiratoria", aclara la especialista.

   Entre otras medidas, se le indica al paciente que nunca utilice pajitas para beber los líquidos, y que sea consciente de que intentar absorber un líquido puede poner en riesgo la seguridad de la deglución. No se debe dar de beber o de comer con jeringa a un paciente con disfagia orofaríngea. "En general se recomienda dejar de utilizar cucharas soperas y casi todas serán de tamaños más pequeños, dependiendo de la situación de cada paciente", agrega.

    Otras medidas relacionadas con la alimentación tienen que ver con los tipos de alimentos. Se deben evitar grumos, semillas, hebras y espinas e intentar conseguir texturas homogéneas.

   Por su parte, Julián Fernández, cocinero del servicio de cocina del hospital de Alcalá, explica que el objetivo es que los pacientes con problemas a la hora de deglutir es que no pierdan ese placer a la hora de comer, se mantengan los olores y los colores de la comida, y que la comida "siga sabiendo a comida".

   Según subraya, uno de los principales problemas que padecen estas personas es que no pueden comer con texturas mixtas, por lo que todo se homogeneiza y, por ejemplo, las verduras se sobrecocinan a fuego lento, de forma que el producto no se estropea, pero las verduras conservan "vistosamente" su textura y al aplastarlas con el tenedor se deshacen.

   Además, dice que las carnes y los pescados se trabajan hasta conseguir una "textura paté" y suelen ir acompañados de salsas tipo mayonesa, que les ayuda a los pacientes a ligar la comida y a formar el bolo para poder después deglutirlo. "Visualmente en un mismo plato parece que hay distintas texturas pero si se trabajan con el tenedor después todo se vuelve homogéneo y conserva su sabor y olor", celebra el cocinero.