Las condiciones climáticas del invierno favorecen la aparición de conjuntivitis vírica

Ojo
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Publicado: miércoles, 19 diciembre 2018 14:56

MADRID, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -

En invierno se registran mayores índices de conjuntivitis vírica, un tipo de conjuntivitis ocasionada por los mismos virus que provocan los procesos gripales en esta época del año, han alertado expertos de la Clínica Baviera.

Los virus más frecuentes son los adenovirus y los síntomas más típicos son el enrojecimiento del ojo y la secreción del mismo. Suele durar alrededor de 10 días.

Los mismos expertos han recomendado que, ante los primeros síntomas, lo mejor es acudir al oftalmólogo, que pautará un tratamiento para combatir el proceso vírico y mitigar las molestias.

Asimismo, han aconsejado aumentar las medidas higiénicas durante esos días para evitar el contagio, como no compartir toallas o almohadas, lavarse las manos tras tocarse el ojo o con la ventilación de las habitaciones.

Por otro lado, las condiciones climáticas del invierno también pueden provocar una mayor sequedad ambiental y una lubricación deficiente en el ojo que se manifiesta con síntomas como visión borrosa, picazón y ardor. Estos síntomas se incrementan aún más con la presencia de viento y contaminación en los lugares abiertos y del uso de la calefacción en espacios cerrados.

En este contexto, sufrir ojo seco es muy habitual en estas fechas. Para mitigarlo, los expertos de Clínica Baviera han especificado que lo mejor es proteger los ojos con gafas, hidratarlos empleando lágrimas artificiales y, en los ambientes cerrados, usar humidificadores.

Además, si se ha estado mucho tiempo al aire libre y se ha expuesto a los ojos al frío, el viento o la contaminación se debe descansar la vista durante algunos minutos y no castigarla con el abuso en la utilización de ordenadores y otros dispositivos electrónicos, han recordado los expertos de Clínica Baviera.

RADIACIÓN ULTRAVIOLETA

Otro factor de riesgo para los ojos en invierno es la exposición a la radiación ultravioleta, que es mayor en estos meses porue el sol se sitúa más bajo y en un ángulo diferente. Además, en invierno se tiene menos consciencia de la importancia del uso de las gafas de sol.

Las precauciones en este contexto han de ser mayores en el caso de los que practican deportes en la montaña, ya que a altitudes elevadas la capacidad de protección de la atmósfera es mucho menor que en las zonas bajas. Se estima que por cada 1.000 metros de altura, el efecto dañino de la radiación solar sobre los ojos aumenta un 15 por ciento.

Además, la nieve refleja el 80 por ciento de los rayos ultravioletas, por lo que la sobreexposción ocular a esta luz puede producir una queratoconjuntivitis solar, una inflamación de la conjuntiva y de la córnea también llamada oftalmia de la nieve y, además, úlceras corneales.

Habitualmente, los síntomas de la oftalmia de la nieve aparecen entre cuatro y seis horas después de la exposición a la radiación ultravioleta.

Los síntomas son una sensación similar a la de tener un cuerpo extraño en el ojo, lagrimeo y fotofobia, ojos rojos, dolor de cabeza, visión borrosa y/o disminución de la agudeza visual.

En caso de sufrirlos, los expertos han aconsejado acudir cuanto antes a un oftalmólogo, que estudiará el caso y dará unas pautas de tratamiento adecuadas para evitar que se produzca una afección mayor.

La medida preventiva por excelencia para evitar este tipo de lesiones es protegerse de la radiación ultravioleta utilizando gafas oscuras con filtro UV adecuado. Se recomienda el filtro 4 para la práctica de estos deportes y que que cubran el ojo por completo y protejan del viento.