Las unidades especializadas permiten atender mejor a pacientes con dolor crónico que "a menudo" están infravalorados

Juan Pérez Cajaraville
HM HOSPITALES
Actualizado: viernes, 10 junio 2016 13:25

MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -

Las unidades especializadas permiten atender mejor a pacientes con dolor crónico que "a menudo" están infravalorados por otros médicos, tal y como ha comentado el jefe de la Unidad de Dolor de HM Hospitales, Juan Pérez Cajaraville.

"El término dolor se usa para describir un rango muy amplio de sensaciones, desde la molestia de un pinchazo, golpe o pequeña quemadura hasta las sensaciones anormales de síndromes complejos, por ejemplo, del llamado dolor del miembro fantasma", ha explicado.

Y es que, tal y como ha recordado, el dolor es muy subjetivo y cada uno "lo vive a su manera". En concreto, desde la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor se define como una experiencia desagradable, sensorial y emotiva, asociada con un daño que sufre el organismo.

"En el primer caso, constituye una señal de alarma fisiológica útil, por ejemplo, el dolor agudo en una apendicitis. En el segundo, el dolor crónico no tiene finalidad y puede constituir un punto de partida para otra patología orgánica o psicológica. Este dolor crónico es en sí una enfermedad y tiene un impacto psico-orgánico elevado en el paciente", ha señalado el experto.

Asimismo, prosigue, la definición de dolor como "experiencia desagradable" hace referencia a un conjunto "muy amplio" de sentimientos entre los que se incluyen sufrimiento, ansiedad, depresión y desesperación. Tal llega a ser en ocasiones la magnitud del dolor que, según ha advertido, puede incluso abocar al suicidio.

"MUY COMPLEJO" CUANTIFICAR EL DOLOR

"En este sentido, la subjetividad del dolor es tal y tan diversa la forma en que cada individuo lo experimenta que resulta muy complejo cuantificarlo. Hoy en día no disponemos de ninguna prueba o forma objetiva que nos permita valorar la intensidad de dolor en nuestros pacientes, por ello, debemos tratarlos según lo que ellos sientan y no sobre lo que nos parezca", ha subrayado.

Dicho esto, ha comentado que en los pacientes que llegan a las Unidades de Dolor la medición debe realizarse siguiendo un procedimiento dinámico, que comienza con una buena historia clínica, la exploración del paciente y la evaluación de pruebas complementarias para poder llegar, siempre que sea posible, a un diagnóstico.

También, se emplean instrumentos que han sido diseñados específicamente para valorar el dolor partiendo, por ejemplo, de la observación conductual y fisiológica. No obstante, existe unanimidad al considerar que lo que dice el paciente es la fuente de mayor validez y fiabilidad cuando hablamos de dolor.

"Diversos estudios coinciden en subrayar que existe una tendencia entre los profesionales sanitarios a infravalorar el dolor de sus pacientes. Esto conduce a pautas analgésicas insuficientes y, en consecuencia, a tratamientos inadecuados. Lo que no se detecta, no se trata, y es que como dice el neurocirujano francés René Leriche, sólo existe un dolor fácil de soportar: el de los demás. Esto, por supuesto, está sujeto a muchos matices", ha recalcado.

EL TRATAMIENTO DEL DOLOR COMO UN DERECHO

Asimismo, Pérez Cajaraville ha señalado que tal es la complejidad del dolor y el impacto que puede llegar a tener en quienes lo padecen que se ha llegado a promover el reconocimiento mundial del tratamiento del dolor como un derecho fundamental de los seres humanos.

"La ausencia de dolor debería ser vista como un derecho de los pacientes y el acceso a la terapia analgésica como una medida del respeto a este derecho", ha aseverado, para reconocer que su tratamiento, como el dolor en sí mismo, también es complejo y aunque se dispone de un importante arsenal terapéutico "continúa siendo una asignatura pendiente del sistema sanitario".

De hecho, en ocasiones, el dolor, sobre todo el crónico, llega a hacerse resistente al conjunto de los analgésicos disponibles. "En estos casos, hay que recurrir a otros medios terapéuticos que van desde el uso de la misma medicación cambiando la vía de administración a bloqueos nerviosos hasta medidas más agresivas como las neuroquirúrgicas. Estas técnicas constituyen lo que se conoce como cuarto escalón terapéutico y deben ser realizadas en una Unidad de Dolor", ha zanjado.