Por qué no pueden hacerte daño los síntomas de ansiedad y ataques de pánico... y cómo eliminarlos sin pastillas

Ataque de pánico, ansiedad, estrés
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Actualizado: jueves, 29 marzo 2018 10:28

   MADRID, 29 Mar. (EDIZIONES) -

   La ansiedad y los ataques de pánico se caracterizan por síntomas como mareos, palpitaciones, debilidad o sensación de ahogo, tan desasosegantes que en ocasiones llegan a convertirse en incapacitantes para algunas personas.

   La psicóloga experta en estrés Rocío Lacasa maneja estas situaciones con una de las pocas técnicas de respiración que realmente funcionan para el pánico y la ansiedad, con las que se pierde el miedo a tener otro ataque de pánico porque el paciente conoce el proceso interno y aprende a controlarlo.

   Su técnica ayuda a las personas que padecen ataques de pánico a calmar la ansiedad evitando sufrir otro ataque de pánico mediante el auto-control. "Está claro que necesitamos respirar para proporcionar energía a nuestro cuerpo --avanza la experta--. Cuando inspiramos, inhalamos aire cargado de oxígeno. Una vez dentro del cuerpo, el oxígeno viaja hacia el corazón a través de la sangre. Después el corazón bombea sangre para que llegue oxígeno a todo el cuerpo".

   Todo ese oxígeno dentro del cuerpo permite que los nutrientes se conviertan en energía mediante reacciones químicas. Después de este proceso producimos dióxido de carbono y lo expulsamos mientras exhalamos, es decir, inhalamos oxígeno y exhalamos dióxido de carbono.

   Cuando tienes mucha ansiedad es normal hiperventilarse, advierte Lacasa. "Cuando nos hiperventilamos, el nivel entre oxígeno y dióxido de carbono se desequilibra --precisa--. Es decir, los niveles de oxígeno aumentan y los de dióxido de carbono bajan en los pulmones. Hay varias razones para que pase esto. Puede ser por respirar más de lo normal, respirar de forma superficial, tomar demasiado aire, etc".

   Así, la psicóloga explica que cuando nos hiperventilamos pasan dos cosas:

   1. El cerebro detecta la falta de dióxido de carbono en la sangre y le envía una señal al cuerpo para que respire menos. Entonces parece que el cuerpo se niega a respirar como lo estábamos haciendo, por eso se tiene esa sensación de ahogo con los ataques de pánico. Lo más normal entonces es que reaccionemos intentando respirar más.

   "El problema es que cuando intentamos respirar más, mantenemos el desequilibrio entre oxígeno y dióxido de carbono (incluso lo podemos empeorar --advierte Lacasa--. Si esto pasa, puede que nuestro cerebro le envíe más señales al cuerpo para que respire aún menos, incluso que pare la respiración un momento para equilibrar el intercambio entre oxígeno y dióxido de carbono".

   Aunque parezca contraditorio o contraproducente, la psicóloga tranquiliza asgurando que a veces hay que hacer lo contrario a lo que parece lo normal para controlar la ansiedad. "Se podría pensar que el cuerpo y el cerebro están atontados y están dejando que nos ahoguemos. Pero no, en realidad el cerebro le pide al cuerpo que respire menos para poder equilibrar nuestros procesos químicos internos".

   "Tu cerebro siempre te está protegiendo y cuidando de ti --asegura--. Lo que pasa es que se ha vuelto demasiado "protector" y por eso le pide al cuerpo que produzca tanta ansiedad. Es normal que pase esto. Puede parecer desagradable pero no tiene ningún peligro. Simplemente tienes que re-educar a tu cerebro para que envíe calma al cuerpo en lugar de ansiedad".

   2. Baja el nivel de dióxido de carbono en la sangre, altera el pH en la sangre y ésta se vuelve alcalina produciendo estas sensaciones típicas de los ataques de pánico: mareos, hormigueo, palpitaciones, temblores, debilidad en las piernas, sensaciones de frío y calor, dificultad para ver bien y temblores musculares.

   "Sé que parece horrible vivir estas sensaciones en tu cuerpo, que pueden ser muy desagradables cuando no sabes por que las estás sintiendo --admite la experta--. Lo mejor de todo es que no corres peligro por sentir este tipo de cosas. No te vas a ahogar ni te va a dar un infarto porque sentirlas no significa que vaya nada mal en tu cuerpo. Simplemente son pequeñas alteraciones químicas dentro de tu cuerpo. Ahora que eres más consciente del proceso puedes sentir esas sensaciones y saber que estás a salvo".

   En conclusión, cuando hiperventilamos estamos respirando más de lo que necesitamos. Entonces nuestro cuerpo quiere dejar de respirar un momento para equilibrarse. Por eso parece que nos estamos ahogando. Debido a esto también pueden producirse cambios químicos en nuestra sangre y producir sensaciones desagradables (no peligrosas).

   Así que si notas que vas a hiperventilar, Rocío Lacasa recomienda lo siguiente:

   . Haz una inspiración corta y lenta. (4 segundos aproximadamente)

   . Haz una espiración corta y lenta. (4 segundos aproximadamente)

   . Mantén la respiración durante 2 o 3 segundos.

   La intención es procurar que la respiración se vuelva regular, sin intentar respirar rápido. "Permítete relajarte sabiendo que no te va a pasar nada --recuerda la psicóloga--. Puedes variar los segundos de inhalación, exhalación y parada pero recuerda que deben ser respiraciones cortas y lentas con paradas".

   Es necesario practicar esta técnica a diario, observar cómo es la respiración cuando se tiene ansiedad y cómo es cuando se siente tranquilidad. "Si realmente quieres notar los cambios que produce esta técnica, es importante que crees un hábito --advierte para concluir--. Prueba hacerlo 5 minutos todas las mañanas durante 30 días y comprueba sus efectos".