Los mayores físicamente activos tienen un 40% menos de posibilidad de tener Alzheimer

Personas mayores
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Actualizado: miércoles, 21 diciembre 2016 13:45

   MADRID, 6 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Las personas mayores, de edad entre 70 y 80 años, que han sido físicamente activas durante cinco años previos, tienen una posibilidad un 40 por ciento menor de desarrollar Alzheimer en comparación con las personas sedentarias, según un estudio de los investigadores Helios Pareja y Alejandro Lucía de la Universidad Europea de Madrid.

   El estudio, publicado en 'Mayo Clinic Proceedings', ha analizado el riesgo de padecer esta enfermedad en base a la actividad física sobre 23.345 personas. De este primer estudio se reveló que en el grupo de personas físicamente más activas había una menor incidencia.

   "En ese momento, con los datos que teníamos, nos preguntamos qué nivel de actividad física era necesario para prevenir el Alzheimer y, sobre esa premisa, continuamos con las investigaciones", ha destacado el doctor Alejandro Lucía.

   Después, los investigadores llevaron a cabo un sub-análisis de cinco estudios incluían a 10.615 sujetos y determinaban si una persona era activa o no según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es decir, en función de si realizaba 150 minutos o más de actividad física de intensidad moderada-intensa por semana.

   Los resultados mostraron que aquellas personas que habían realizado la cantidad de ejercicio físico recomendada por la OMS durante al menos los cinco años previos tenían un 40 por ciento menos riesgo de desarrollar la enfermedad.

   "Practicar ejercicio físico de forma habitual ha demostrado mejorar ciertos síntomas de la enfermedad porque la contracción continua de nuestros músculos libera sustancias a la sangre que son recogidas por el cerebro, el cual modula su propia protección y reparación", ha señalado el doctor Pareja.

   Entre otros mecanismos, destacan la modulación de factores neurotróficos, la inducción de la defensa antioxidante y mecanismos de degradación de productos tóxicos como la proteína amiloide o los residuos ocasionados por la muerte de las neuronas. Todos ellos actúan en sinergia para reparar las neuronas dañadas y regenerar el tejido perdido, al menos en parte.

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