Los hombres con menor nivel educativo fuman más y suponen el 78% de los enfermos de cáncer de pulmón, según un estudio

Actualizado: lunes, 9 febrero 2009 13:15


OVIEDO, 9 Feb. (EUROPA PRESS) -

Un estudio de la Unidad de Epidemiología Molecular del Instituto Universitario de Oncología de Asturias, dirigida por la investigadora y profesora de Medicina Preventiva y Salud Publica, Adonina Tardón, concluye que los hombres con nivel educativo bajo o medio fuman más y suponen el 78 por ciento de los enfermos de cáncer de pulmón.

Además el consumo de tabaco, que se asocia con esta enfermedad entre el 80 y 90 por ciento de los casos masculinos --entre 55 y 80 por ciento en mujeres--, es superior en aquellos varones con menor nivel de estudios ya que fueron fumadores el 92 por ciento, y el 50 por ciento siguen siéndolo actualmente. Los que cuentan con educación superior representan algo más del 22 por ciento de los casos de cáncer, han sido fumadores alguna vez en su vida el 88 por ciento y mantienen el hábito menos del 36 por ciento.

Según indicó Adonina Tardón en una entrevista concedida a Europa Press, junto a Alexandra Leader y Ana Fernández Somoano, miembros de su equipo investigador, este estudio se realizó entre 2001 y 2008 en el Principado con más de 800 pacientes voluntarios.

De ellos, 719 pacientes fueron hombres (89,7%) y 82 mujeres (10,24%). Asimismo, y según los criterios empleados para el estudio, 326 personas tenían un nivel educativo bajo --estudios primarios incompletos--; 610 personas tenían nivel medio --estudios primarios y BUP o ESO--; y 283 nivel alto --COU, Bachillerato, FP y estudios universitarios--.

El propósito del estudio ha sido detectar los principales grupos de riesgo del tabaquismo. Asimismo, dada la alta repercusión del hábito tabáquico en el desarrollo del cáncer de pulmón, los resultados de la investigación son susceptibles para ser utilizados en programas de prevención de este cáncer, comentó Adonina Tardón.

Según Tardón, es fundamental enfocar las campañas de prevención en los jóvenes, especialmente de los grupos sociales más desfavorecidos ya que, a pesar de que cada vez hay menos jóvenes con este hábito, la edad de inicio al consumo de tabaco se sitúa en la adolescencia, entre los 13 y 15 años. Además, ser los principales destinatarios de la propaganda pro-tabaco e hijos de padres fumadores eleva el riesgo de adquirir el hábito y por tanto de poder desarrollar cáncer de pulmón.

Así, ante la alta probabilidad de que el hábito se mantenga en el futuro en las clases más desfavorecidas --por una mayor carencia de formación y acceso a la información--, la profesora de la Universidad de Oviedo e investigadora considera "primordial" que se apliquen políticas eficaces de abandono del consumo en los sectores donde se encuentra más prevalencia de tabaquismo.

Y es que el consumo de tabaco es un factor altamente determinante en esta enfermedad. Por ello, hasta la fecha afecta en mayor proporción a hombres que a mujeres. Según recuerda Adonina Tardón, ese hábito ha estado más ligado tradicionalmente a los hombres, ya que las mujeres no empezaron a fumar prácticamente hasta finales de la década de 1960.

En la última década se ha reducido en un 10 por ciento el consumo de tabaco. En concreto, entre los varones disminuyó en un 13 por ciento, al pasar de un 45 a un 32 por ciento de la población masculina. Entre las mujeres se pasó de un 27 por ciento de fumadoras en 1997 a un 22 por ciento en 2006.

Al respecto, Tardón se mostró esperanzada y lo relacionó con factores que considera fundamentales, el desarrollo educativo y las políticas de Salud Pública para la prevención del tabaquismo, así como la entrada en vigor de la ley antitabaco en 2006. "La Ley no solo contribuye a proteger a los no fumadores sino que permite a los fumadores reducir su consumo diario de cigarrillos", argumentó.

Además, Adonina Tardón quiso hacer hincapié en la importancia del ejercicio. "No solo es recomendable para tener mayor agilidad y como complemento de una dieta equilibrada, sino que permite reducir los efectos nocivos del tabaco en el organismo", apuntó recomendando sustituir tabaco por actividad física.

CIGARRILLOS Y AÑOS

El consumo diario de tabaco, su modalidad y el número de años que se mantenga el hábito son los principales factores que repercuten en el desarrollo del cáncer. Aunque el consumo en si mismo supone un elevado riesgo, del estudio se desprende que la mayoría de los pacientes fumaron más de 30 cigarrillos al día; fumaron más tabaco negro; y durante más de 30 o 40 años.

Por nivel de estudios, los varones enfermos con un nivel educativo bajo fumaron durante más de 40 años en un 66,7 por ciento de los casos; mientras que ese hábito lo tuvieron un 44,5 por ciento de los hombres con un nivel medio y un 34,3 por ciento de los hombre con nivel educativo alto.

El tabaco negro es consumido por un 80,6 por ciento de los hombres con menor nivel educativo frente a un 4,7 por ciento que fuma tabaco rubio; los de nivel educativo medio fuman negro en un 63,3 por ciento y rubio en un 10,7 por ciento; y los de nivel alto consumen tabaco negro en un 49,5 por ciento y rubio en un 20,2 por ciento.

En cuanto al consumo diario, los enfermos con nivel educativo alto fumaron a lo largo su vida más de 30 cigarrillos al día un 24,9%; los de nivel medio un 26,2 por ciento; y el 28,5% por ciento los varones de bajo nivel de estudios.

EL CÁNCER DE PULMÓN

Las tasas más altas de mortalidad en hombres por cáncer de pulmón en España se sitúan en el norte --Asturias y Vizcaya-- y en el suroeste --Cádiz y Sevilla--. En 2006 fallecieron por esta causa 20.000 personas en el país de las que 16.859 fueron varones y 2.624 mujeres.

El cáncer de pulmón en hombres deriva en más fallecimientos en España que los cánceres de colon, mama y próstata juntos, suponiendo un 35 por ciento del total. De cada 100.000 hombres que mueren en España 78 lo hacen por cáncer de pulmón. Asimismo, la supervivencia de este tipo de cáncer es solo del 12 por ciento a los cinco años.

Asimismo, diversos estudios indican que a partir de los 55 años es cuando se produce un crecimiento exponencial de la enfermedad hasta los 75 años, período en el que se producen el 60 por ciento de las defunciones por esta modalidad de cáncer.