Botellón.- 'Alcohólicos Anónimos 24 horas' avisan que empezaron bebiendo muy jóvenes pensando que era "lo normal"

Actualizado: sábado, 18 marzo 2006 10:58

Aunque lleven años sin beber, sólo valoran las últimas "veinticuatro horas" para que nos se les olvide que siguen siendo alcohólicos

OURENSE, 18 Mar. (EUROPA PRESS) -

El grupo de 'Alcohólicos Anónimos 24 horas' trabaja en el apoyo del grupo las 24 horas del día para que. cuando alguno de sus miembros tiene un momento de debilidad, acuda al local de la asociación y allí, el grupo, mediante charlas, consiga hacer desaparecer esos instantes de peligro. Cuatro de sus integrantes, José Manuel, Ana Belén, Javier y Pilar, recuerdan estos días de fiestas del 'botellón', que ellos empezaron a beber muy jóvenes, pensando que era "lo normal".

"Empecé a beber de jovencito", dijo a Europa Press Televisión José Manuel, "pensando que bebía lo normal". Una constante que se repite en todos ellos. Así, Javier pensaba "que bebía de una manera normal, que era una persona juerguista que hacía lo que todo el mundo".

Pilar comenzó a los catorce años, "porque me costaba mucho relacionarme", y el día que lo probó, asegura, "no me gustó el sabor, pero sí el efecto que me provocó, empecé a reír y salió la persona que yo quería ser".

Ana Belén también empezó a beber a los catorce años. "Quería beber como una persona normal, para divertirme" y bebió hasta los treinta y cinco años.

UNA ENFERMEDAD

Los cuatro consideran el alcoholismo como "una enfermedad progresiva, incurable y mortal" y aunque lleven años sin probar el alcohol, cuando se les pregunta cuánto tiempo llevan sin beber siempre contestan que "sólo por hoy" para que no se les olvide que son alcohólicos y vuelvan a recaer.

Otra de las constantes en todos ellos es el progresivo deterioro que el alcohol fue introduciendo en sus vidas. "Tenía momentos que perdía la memoria; me encontraba en lugares de los que no sabía cómo regresar; empecé con mentiras, lagunas mentales; llegaba a trabajar borracho, resacoso, cuando llegaba", relató José Manuel.

"Quería beber para divertirme, y después bebía por todo y por nada, porque estaba contenta y porque estaba triste", dijo Ana Belén, que reconoció que llegó un momento en el que "cuando salía a la calle, con mis hijos, de compras, siempre terminaba en una cafetería pidiendo una copa".

CONTROL.

Javier pensaba que "controlaba" su forma de beber. "Con 16 ó 17 años me tomaba cuatro copas y no pasaba nada, diez años después no podía parar, una vez que empezaba a beber me emborrachaba y empecé a tener pérdidas de memoria".

Llegó un momento en el que "no pude controlar, cada fin de semana me emborrachaba, porque yo no era bebedor de todos los días, yo pensaba que era el alcohólico el que bebe todos los días, y yo no me veía alcohólico", dijo.

Especialmente duro es el relato de Pilar, que "venía de una familia de dinero" y, cuando llegó al grupo, su destino "ya era la calle" por culpa del alcohol.

A los dieciséis años, Pilar, que había comenzado a beber dos años antes para "poder relacionarse" con sus amigos y ser la persona que a ella "le gustaba ser", cada vez que bebía "ya no podía parar".

"Empecé a tener lagunas mentales, pérdidas de memoria, aparecía en la cama y no sabía cómo aparecía". "Al día siguiente la gente me decía que había montado un expolio y yo no podía creer que fuera la misma persona".

A partir de ese momento, la vida de Pilar estuvo marcada por varios intentos de suicidio. "Con dieciocho años ya me sentía vieja, muy degradada". Pensó que la culpa era del entorno, en concreto de su familia y decidió irse de casa y "al llegar al nuevo destino me emborrachaba para celebrarlo". Un año que ella definió como "horroroso".

Después de eso, consiguió pasar un largo período sin beber. "En esos seis años, que fue cuando me casé y tuve un hijo, se suponía que tenía que ser feliz, hasta que empecé a beber de nuevo". Pilar pasó por médicos, psiquiatras, revisiones de todo tipo. "Llegué a tomar colme, que es un reactivo contra el alcohol, y llegué a beber con colme, a riesgo de mi vida".

Cuando llegó al grupo de 24 horas "vivía en una habitación, me levantaba de cama a gatas, ya no quería vivir, me costaba caminar, respirar, se me paralizaba la mitad del cuerpo, tenía la persiana bajada, no quería ver la luz del día", explicó Pilar. Una situación que ha cambiado radicalmente. "Ahora tengo trabajo y sobre todo dignidad como persona", afirmó.

El apoyo las 24 horas del día es la razón por la que todos ellos siempre consideran los períodos de abstinencia de veinticuatro horas en veinticuatro horas "para que no se nos olvide que somos alcohólicos", dijo Ana Belén.