Incluso los niños de dos años se preocupan por su reputación

Bebé sorprendido, sorpresa
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Actualizado: jueves, 30 agosto 2018 10:34

MADRID, 30 Ago. (EUROPA PRESS) -

Los niños ya son conscientes de que pueden ser juzgados por otros incluso a los dos años de edad; un comportamiento que hasta ahora se pensaba que no sucedía hasta años más tarde, según revela una nueva investigación publicada en la revista científica 'Developmental Psychology', editada por la Asociación Estadounidense de Psicología.

"Nuestra investigación sugiere que a los 24 meses, cuando comienzan a formar oraciones de dos palabras, los niños comprenden que su comportamiento puede ser evaluado positiva o negativamente por otros", explica la investigadora principal del estudio, Sara Valencia Botto, de la Universidad Emory (Estados Unidos).

Investigaciones anteriores han documentado que este comportamiento es claramente evidente en niños de 4 a 5 años, pero este estudio sugiere que puede surgir mucho antes. Botto y su equipo llevaron a cabo cuatro experimentos con 144 niños de entre 14 y 24 meses usando un robot de juguete.

En el primer experimento, los investigadores enseñaron a un niño pequeño cómo usar los botones de un mando a distancia para operar el robot y luego observaban al niño con una expresión neutra o se alejaban y fingían leer una revista. Cuando miraban fijamente al niño, se mostraba más inhibido y vergonzoso cuando apretaba los botones del control remoto que cuando el observador no estaba prestando atención.

Un segundo experimento, sin embargo, arrojó resultados positivos y negativos. Esta vez, fueron los científicos los que usaron dos mandos a distancia durante la demostración. Cuando fue el turno del niño de presionar los botones por su cuenta, el investigador observó al niño o miró la revista.

"Los niños presionaron el control remoto positivo significativamente más mientras eran observados y usaron el control remoto negativo más cuando no los observaban. Este comportamiento es similar al de los niños mayores que se portan bien y hacen cosas buenas mientras que otros lo observan y se portan mal cuando nadie está prestando atención", detalla Botto.

MÁS EXPERIMENTOS

El tercer experimento sirvió como control. En él, el investigador demostró cómo usar los dos mandos a distancia y nuevamente, alternar entre observar al niño o mirar hacia otro lado. Los resultados mostraron que los niños ya no eligieron un control remoto sobre el otro dependiendo de la atención del responsable del estudio. "Esto nos muestra que en el experimento dos, los niños prestaban mucha atención a las reacciones positivas y negativas del investigador antes de tomar una decisión sobre qué control remoto usar", apunta.

El último experimento involucró a dos investigadores sentados uno al lado del otro, usando el dispositivo. Una vez que el niño tuvo la oportunidad de operar el control remoto, los investigadores alternaron entre mirar o darle la espalda al niño. Los niños estaban mucho más inclinados a presionar el control remoto cuando el experimentador que reaccionaba de forma positiva a las acciones del mando a distancia estaba mirando, según el estudio.

En los cuatro experimentos, los investigadores no vieron diferencias en las respuestas basadas en el género del niño. "Nuestro estudio ofrece una importante evidencia de que los niños muy pequeños están más atentos a su entorno y las respuestas de los demás de lo que se pensaba anteriormente. Este es un hito importante en nuestra comprensión de la cognición social humana y el desarrollo. Se necesita investigar más para examinar si incluso los niños más pequeños, los menores de 14 meses, podrían ser sensibles a los juicios de los demás", comenta el coautor del estudio, Philippe Rochat.

"Nuestra preocupación por la reputación es algo que nos define como humanos. Gastamos dinero en marcas de maquillaje y diseño, estamos aterrados de hablar en público y cumplir con muchos de los estándares de la sociedad porque nos preocupa cómo otros nos evaluarán. Creemos que nuestros hallazgos nos acercan a la comprensión de cuándo y cómo nos volvemos menos o más sensibles a la evaluación de otras personas, y refuerza la idea de que los niños suelen ser más inteligentes de lo que podríamos pensar", concluye Botto.