Electrocardiograma
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Actualizado: miércoles, 10 enero 2018 18:41

MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -

La realización de un electrocardiograma evita que una persona sea dada por muerta cuando todavía sigue viva, tal y como le ha ocurrido al preso Gabriel Montoya Jiménez al que dieron por muerto en la prisión asturiana de Villabona, tras la certificación por parte de dos médicos del centro penitenciario, y que despertó cuando le iban a realizar la autopsia.

Así lo ha comentado a Europa Press el coordinador del Grupo de Trabajo de Neurología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), Pablo Baz Rodríguez, quien ha asegurado que son casos "muy raros y difíciles" que ocurran.

El estado en el que se encontraba Montoya Jiménez se conoce como catalepsia, un trastorno nervioso repentino en el que se pierde la conexión con el exterior y hay una inmovilidad generalizada del cuerpo. Suelen producirse en personas con enfermedades psicogénitas, epilepsias graves o pacientes con Parkinson muy avanzado.

Ahora bien, lo que diferencia que una persona esté en catalepsia o haya fallecido son las constantes vitales y la respiración, por "muy débil" que sea. Por ello, y debido a que una catalepsia puede durar desde minutos hasta horas, es necesario realizar un electrocardiograma para confirmar que el corazón del paciente sigue latiendo y que, por tanto, no está muerto.

SIGNOS QUE AYUDAN A CERTIFICAR UNA MUERTE

"La legislación española establece que una persona no puede ser enterrada con menos de 24 horas desde su fallecimiento y es una obligación médica realizar un electrocardiograma con el fin de certificar si hay o no actividad cardiaca puesto que, además, si no la hay sabemos que tampoco hay actividad cerebral", ha detallado el doctor Baz Rodríguez.

Asimismo, existen otros signos que ayudan a certificar una muerte como, por ejemplo, rigidez cadavérica (inflexibilidad de las extremidades), manchas oscuras en la zona de espalda que muestran que la sangre está bajando por el organismo, palidez en las mucosas y en la piel e inactividad ocular cuando se le estimula.

"Hay muchos signos para diagnosticar una muerte, que comienzan a ocurrir entre la primera y la cuarta hora del fallecimiento, por lo que en el caso del preso de Asturias ha tenido que haber un mal diagnóstico", ha zanjado el experto de Semergen.

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