¿Qué es la acalasia? ¿cómo se trata?

Esofago, estómago
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Publicado: lunes, 12 marzo 2018 14:17

   MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -

   La acalasia es un trastorno del esófago que impide el paso de los alimentos sólidos y líquidos al estómago, los síntomas empeoran con el tiempo y solo pueden ser corregidos eficazmente mediante la cirugía, según ha señalado el cirujano de obesidad y diabetes, Carlos Ballesta, director del Centro Laparoscópico doctor Ballesta del Centro Médico Teknon, del Hospital Ruber Internacional de Madrid y del Hospital Inmaculada de Granada.

   Este problema, que afecta a 1,63 de cada 10.000 españoles, impide comer aunque se tenga apetito, ya que es difícil tragar y el esófago se convierte en un nudo que cada vez deja pasar menos comida al estómago. Concretamente, el problema residía en el esfínter esofágico inferior. Una especie de válvula que regula el paso de los alimentos al estómago y evita que los ácidos estomacales suban y causen reflujo gastroesofágico.

   Según ha explicado el doctor, "en la unión esofago-gástrica se produce una hipertrofia en el esfínter de entrada al estómago. De forma que este no se abre y los alimentos no pueden pasar". El esófago se ve cada vez más afectado según progresa la patología. Al cerrarse el esfínter, se contrae para forzar la entrada de los alimentos.

   "Se dilata más y más hasta que deja de funcionar. En general todos los casos van a peor porque es cuestión de tiempo que falle el esófago", ha explicado el experto, quien destaca que la manometría esofágica es la principal forma de diagnosticar la acalasia, permite demostrar que existe una hipertrofía del esfínter esofágico y saber el grado de motilidad que tiene el esófago.

   En esta situación se encontró Carmelo Pérez, un profesor de 37 años para el que alimentarse comenzó a ser un problema en 2015. "Me costaba tragar. Tenía que beber agua para poder bajar la comida. Notaba como si me atragantara". Al ver que los síntomas no remitían fue al médico, quien le mandó ansiolíticos y una prueba para detectar si tenía bacterias en el estómago.

   Al final, tardó un año y medio desde que notó los primeros síntomas en saber qué le ocurría. En ese año, este trastorno también perjudicó su sueño. "Me atragantaba por las noches, a veces por la propia saliva, y me despertaba asfixiado. Tenía que dormir inclinado", ha explicado.

    Esto sucede porque, una vez que el esófago ha perdido la capacidad de contraerse, "los alimentos no se digieren y permanecen en las paredes del esófago. Al tumbarnos, los alimentos suben a la boca, pueden pasarse a los pulmones y provocar una neumonía", ha recordado el docto Ballesta.

ACTUALES TRATAMIENTOS

   Antes de recurrir a la cirugía, existen diferentes alternativas que alivian los síntomas. Como la administración de un fármaco que refuerza las contracciones del esófago para que pueda abrir el esfínter. Otra opción viable es la administración de la toxina botulínica (bótox) para paralizar las fibras musculares del esfínter y así relajarlo.

   El bótox solo alivió a Carmelo durante un mes y medio, después agravó el problema. "Podía comer cada vez menos. Vomitaba lo que tenía en el esófago. A veces llegaba a tiempo al baño y otras veces no. Yo tengo dos hijos pequeños y era un espectáculo para ellos", ha afirmado el paciente, quien perdió 14 kilos y se vio obligado a comer solo batidos y espaguetis.

    La toxina botulínica, según afirma el doctor Carlos Ballesta, no termina de funcionar. "No da resultados, mejoras un poco, pero después vuelve a causar problemas y existe un riesgo muy alto de que complique aún más los síntomas", ha advertido el doctor Ballesta, quien ha operado a más de 320 pacientes con esta enfermedad, fue quien se encargó de su caso.

   A Carmelo se le aplicó una cirugía laparoscópica (mínimamente invasiva) conocida como cardiomotomía de Heller con mecanismo antirreflujo. "En ella, por medio de un microscopio, corto todas las fibras musculares del esfínter esofágico. Hay que cortar todas. Si te dejas solo una, la operación falla", ha explicado.

   Al cortarse las fibras, el esfínter pierde su capacidad natural para prevenir el reflujo gastroesofágico. Por lo que se incorpora un mecanismo antirreflujo. No es la única complicación. "El esófago tiene tres capas. La mucosa y dos capas musculares, verticales y horizontales, que la rodean. Tienes que romper las dos capas, pero sin perforar la mucosa. Si lo haces, produces una peritonitis", ha añadido.

    La peritonitis es una inflamación del peritoneo, membrana que recubre la pared interna del abdomen y cubre la mayoría de órganos abdominales. Si no se trata la inflamación, puede llegar a causar la muerte. Como si esto no fuese suficiente, el bótox dificultó aún más la operación.

   Finalmente, la operación de Carmelo fue un éxito, ya que se consigue solucionar el problema en el 95% de los casos con un ingreso hospitalario de 24 horas y reincorporación a su vida normal en un periodo de 10 a 15 días. En el caso de Carmelo, aunque tienen que comer despacio y masticar mucho la comida, hace vida normal y come de todo.